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Rusia comenzó destrucción de alimentos occidentales

6 de agosto de 2015

Un decreto ratificado por el presidente Vladimir Putin obligó a quemar frutas y queso, pese a numerosas críticas.

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Imagen: Federal Service for Veterinary and Phytosanitary Surveillance in Belgorod region

Toneladas de alimentos comenzaron a ser destruidas este jueves (06.08.2015) en Rusia, siguiendo la orden de un decreto ratificado por el presidente Vladimir Putin y que tiene como objetivo responder a las sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos contra Rusia por su postura en el conflicto en el este de Ucrania, donde se acusa a Moscú de dar apoyo a los rebeldes separatistas.

La importación de comida proveniente de Occidente fue prohibida, pese a lo cual algunos importadores usaban tretas para saltarse los controles aduaneros con certificados falsos, que indican un origen distinto de los alimentos producidos en realidad en los países que están afectados por el embargo ruso. Por ello, Putin adoptó la semana pasada la drástica medida que significó la quema de toneladas de frutas y queso, de acuerdo a organizaciones de agricultores.

Este mismo jueves, el Servicio de Inspección Agrícola y Ganadera (SIAG) informó del decomiso de 73 toneladas de fruta en la frontera con Bielorrusia con certificados fitosanitarios de Turquía, que resultaron ser falsos. “Los inspectores sospecharon de la peculiar ruta que seguían los supuestos productos turcos a Rusia, presuntamente con tránsito en Grecia, Moldavia y Bielorrusia”, señala un comunicado del SIAG. El contrabando de alimentos europeos a través de la frontera bielorrusa ha sido denunciado en numerosas ocasiones por la prensa rusa.

Críticas a la medida

Las sanciones de la UE y Estados Unidos prohíben la importación de productos originados en Rusia, razón por la cual Moscú decidió pagar con la misma moneda. Sin embargo, la necesidad de seguir abasteciendo el mercado llevó a numerosos importadores a buscar subterfugios. En su momento, Moscú debió suspender la entrada de contenedores procedentes de Bielorrusia, ya que con etiquetas de ese país llegaban al mercado nacional productos como ostras o mejillones, cuando Bielorrusia ni siquiera tiene mar.

Pese las numerosas críticas y a la petición de cientos de miles de ciudadanos de que no se desperdicien alimentos, el decreto entró en vigor. Algunos medios locales ya han criticado la medida, al considerar que sería mucho más práctico vender esos productos a bajo coste para ayudar a las capas más desfavorecidas de la sociedad, cuyos ingresos se han visto reducidos debido a la actual recesión.

Para sorpresa del Kremlin, popes ortodoxos y religiosos judíos, diputados de derecha e izquierda, empresarios y ecologistas se mostraron indignados con el decreto presidencial. El Gobierno, en cambio, insistió en que la medida es un buen aliciente para los agricultores locales.

DZC (EFE, dpa)