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CienciaArgelia

Roca espacial da pistas sobre el origen del Sistema Solar

31 de agosto de 2023

Erg Chech 002 es la roca volcánica espacial más antigua jamás descubierta en la Tierra. Ahora, unos científicos hicieron el cálculo más preciso para determinar su antigüedad, que se remonta al Sistema Solar primitivo.

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Erg Chech 002
Erg Chech 002: una roca espacial con más de 4.500 millones de años.Imagen: cc by Steve Jurvetson 2.0

Un grupo de investigadores sugiere que Erg Chech 002, una extraña roca espacial con cristales que cayó en el Sahara, podría dar una nueva comprensión sobre el origen del Sistema Solar primitivo, según se detalla en un estudio publicado este martes (29.08.2023) por la revista Nature.

La roca espacial fue encontrada en mayo de 2020 en un erg -o mar de arena-, en el desierto del Sahara, precisamente en el Erg Chech, ubicado al suroeste de Argelia.

La roca volcánica más antigua jamás hallada en la Tierra

Si bien se sabe que es una acondrita, es decir, un meteorito que ha sufrido procesos de fusión en otros planetas o asteroides de los que formaba parte, aún no se ha clasificado en un grupo, ya que se desconoce su origen o sus relaciones de parentesco con otras rocas.

Los científicos suponían que se trataba de la roca volcánica más antigua jamás encontrada y que esta habría formado parte de algún protoplaneta ya extinto, pero su edad solo había sido estimada. En el reciente trabajo, los científicos aseguran haber efectuado el cálculo más preciso alguna vez realizado de un objeto caído del espacio y concluyen que la roca tiene 4.500 millones de años, específicamente 4.56556 millones de años.

El aluminio-26 para identificar la antigüedad de un objeto

Hace unos 4.567 millones de años, el Sistema Solar comenzó a formarse a partir de polvo y gas, en una nebulosa densa que flotaba en el espacio. En esta enorme nube de materia había grandes cantidades de elementos, entre ellos el aluminio, que se presentaba de dos maneras: aluminio-27, de forma estable, y aluminio-26, un isótopo radiactivo que, al explotar, se convierte en magnesio-26.

"El aluminio-26 es un material muy útil para los científicos que desean comprender cómo se formó y desarrolló el Sistema Solar. Como decae con el tiempo, podemos utilizarlo para datar acontecimientos, sobre todo en los primeros cuatro o cinco millones de años de vida del Sistema Solar", explicó el autor principal Evgenii Krestianinov, cosmoquímico de la Universidad Nacional de Australia, en una publicación de The Conversation.

Los investigadores creen que el aluminio-26 es relevante porque podría haber sido la principal fuente de calor en el Sistema Solar primitivo, la cual podría haber influido en "las pequeñas rocas primitivas que más tarde se agruparon para formar los planetas", añadió.

Un cálculo con una "precisión sin precedentes"

Sin embargo, como no se sabe si el aluminio-26 se propagó de manera uniforme o más densa, la edad calculada es más bien relativa. La presencia de este isótopo en la roca tiene una "vida relativamente corta" de 717.000 años. Por eso mismo, los investigadores necesitaban otros isótopos que pudieran servir para medir con mayor exactitud la antigüedad de Erg Chech 002.

Otros isótopos importantes para calcular la edad de manera más precisa son el uranio-235 y el uranio-238 (710 millones de años y 4.470 millones de años, respectivamente), los cuales con el tiempo se convierten en isótopos de plomo (-207 y -206, respectivamente).

Erg Chech 002 posee grandes cantidades de uranio-235 y uranio-238 sin descomponer, y una proporción de plomo-206 y plomo-207, lo que le permitió a los científicos "estimar la edad de la roca con una precisión sin precedentes".

Futuras investigaciones con mayor comprensión

Los autores de la investigación creen que de esta manera podrían calcular con mayor precisión la edad de otras rocas acondrita, para así entender mejor el origen y la formación del Sistema Solar primitivo.

"No cabe duda que nuevos estudios sobre diversos grupos de acondritas seguirán afinando nuestra comprensión y mejorando nuestra capacidad para reconstruir la historia temprana de nuestro Sistema Solar", concluyó Krestianinov.

Editado por José Urrejola