El castillo de Schlossberg con las imponentes torres de la Colegiata domina la ciudad. Suele ser el primer lugar que visitan los turistas. Allí pueden admirar el tesoro del templo y venerar los restos del monarca alemán Enrique I y de su esposa. De vuelta en el exterior tienen la ciudad a sus pies, con su mar de tejados rojos. Es el casco histórico de Quedlinburg. Milagrosamente la ciudad sobrevivió ilesa todas las guerras que han sacudido a Alemania. Tiene más de 1.300 casas entramadas, muchas más que otras ciudades alemanas. El recorrido de las callejuelas admirando siempre nuevos diseños de entramados puede durar horas. Las casas son a veces pequeñas y ladeadas, a veces ricas en ornamentos y coloridas. Y en medio de esta metrópolis medieval la Galería Lyonel Feininger pone un acento de modernidad. Aquí se muestran grandes colecciones gráficas del artista germano-estadounidense.