Paul Gauguin, pintor y aventurero
Hoy, un cuadro de Gauguin puede llegar a costar millones, pero durante su vida, este pintor y aventurero vivió en la pobreza. Una exhibición en Basilea, Suiza, nos lleva a conocer sus obras más importantes.
Marinero, banquero, empleado y pintor amateur
Antes de que Paul Gauguin decidiera empezar a pintar, pasó un tiempo cruzando los mares y trabajando en la bolsa de París como inversionista. Ganó mucho dinero, fundó una familia y tuvo cinco hijos. Los impresionistas lo animaron a presentar sus cuadros en sus exposiciones, y allí comenzó su descenso social.
Cambio radical
A los 35 años, Gauguin cambió su vida de manera radical, haciendo de su pasatiempo una profesión. Los temas del pintor van desde la naturaleza, la cultura, el misticismo, hasta el erotismo y lo onírico. Típico de su estilo son los colores intensos, las pinceladas largas, los contornos claros y líneas que simplifican las figuras.
Primitivismo
Gauguin huye de la civilización, primero hacia la Bretaña, donde estudia las costumbres y trajes tradicionales, combinando un estilo de vida simple con lo religioso. En “Jacob luchando con un ángel” (1888), representa una escena de la Biblia, que es observada por campesinas. Aquí, Gauguin renuncia a su impresionismo diluido, demostrando un primitivismo radical.
El artista crucificado
En la colonia de artistas de Pont-Aven, en la Bretaña francesa, Gauguin desarrolla trabajos postimpresionistas. Luego de un viaje a Panamá y a la isla de Martinica acepta la invitación de Vincent van Gogh de vivir con él en una comunidad de artistas en Arles. La experiencia termina en un desastre. De esa época es su autorretrato en la figura de Jesús, “Cristo en el Monte de los Olivos” (1889).
Entre la realidad y la ilusión
El próximo destino de Gauguin es Tahití, donde espera encontrar al fin su libertad creadora. Pero tras una invasión de europeos, la isla ya no es un lugar idílico. El pintor lamenta la “grotesca imitación de nuestras costumbres, las modas, los vicios y los aspectos ridículos de la vida cultural”. Sin embargo, sus obras a menudo parecen glorificar la ociosidad.
Pobreza a pesar del talento
Gauguin nota que los tahitianos, a pesar de haber perdido sus costumbres ancestrales, siguen siendo bellos como obras de arte. Las obras del pintor satisfacen la necesidad de los europeos de experimentar la belleza exótica y la pureza, pero pocos quieren adquirir sus cuadros, y el artista continúa viviendo en la pobreza. Su esposa lo abandona y se muda a Dinamarca con sus hijos.
El "salvaje europeo"
Sumido en la pobreza, vuelve a Francia dos años más tarde, “más salvaje que cuando me fui, y, sin embargo, más culto. Pero el éxito parece eludirlo, de modo que vuelve a Tahití, cansado de la vida. Incluso falla en un intento de suicidarse. Continúa pintando y escribe para revistas satíricas contra la administración colonial y la Iglesia Católica.
Reconocimiento tardío
Trata de volver a tomar impulso y produce su obra más monumental: “¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Hacia dónde vamos?” (1897). Esta pintura muestra el ciclo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte, con todos sus miedos y alegrías. Finalmente, recibe el reconocimiento que tanto buscaba: el marchante parisino Ambroise Vollard le ofrece apoyo económico.
Muerte solitaria en el paraíso
El alcohol, su frágil salud y las disputas con la administración colonial afectan tanto al pintor que comienza a producir cada vez menos. Muere a los 55 años en la isla Dominica, donde produjo “Cuentos bárbaros” (1902). En esta obra, detrás de los nativos se ve a un europeo, el pintor holandés Meyer de Haan, a quien Gauguin conoció en la Bretaña.
Ícono de la pintura europea
Paul Gauguin siempre confió en su talento como pintor, pero solo después de su muerte los coleccionistas y los museos comenzaron a interesarse por su obra. Hoy es uno de los íconos de la pintura europea. Hasta el 28 de junio, la fundación suiza Beyeler, de Basilea, presenta alrededor de 50 cuadros de Gauguin provenientes de museos de colecciones privadas y museos de todo el mundo.