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Religión

Papa Benedicto XVI, la dimisión como progreso

Christoph Strack
11 de febrero de 2018

Hace cinco años, Benedicto XVI renunció a su posición como cabeza de la Iglesia para preservarla, llevándola a una época de resurgimiento. Así, Benedicto nos enseñó sobre la dignidad de la vejez, opina Christoph Strack.

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Vatikan Feier des 65. Priesterjubiläums Papst Franziskus und Vorgänger Benedikt
Francisco (izquierda) y Benedicto XVI, dos papas que se respetan y valoran mutuamente: una novedad en la historiaImagen: Reuters/Handout/Osservatore Romano

El término "sensación" en realidad fue, como palabra, insuficiente. Más bien fue un shock, una perturbación. Cuando el papa Benedicto XVI, de 85 años, anunció inesperadamente su renuncia al cargo el 11 de febrero de 2013, en pleno carnaval, los ojos del mundo viraron hacia Roma. Los medios alemanes tardaron en anunciar la primicia; todos querían cerciorarse primero de que esta no era ninguna broma del carnaval.

El primer papa alemán después de casi 500 años decidió tomar este histórico paso, conmoviendo con él al mundo entero. Y redefinió el oficio papal, mostrándonos su lado más humano. No obstante, su predecesor, Juan Pablo II, extremadamente decaído al final de su papado, había declarado que un papa nunca debería renunciar. Y su antiguo secretario, el cardenal polaco Stanislaw Dziwisz, fue citado cuando previamente había dicho que el papa Wojtyla había desempeñado su labor como papa hasta su muerte a pesar de su grave enfermedad. Y hasta citaron: "Uno no desciende de la cruz".

Revitalizar el papado

A pesar de las críticas, Benedicto decidió de manera diferente a su predecesor. Con lo que en última instancia, reconectó y revitalizó el papado: ganó importancia en tiempos de globalización, en la búsqueda mundial de significado y nueva relevancia para la diplomacia del Vaticano. "Si un papa llega a la clara comprensión de que ya no puede hacer frente a la misión física, mental y espiritual de su labor, entonces tiene el derecho y en algunas circunstancias el deber de renunciar", ya había declarado Benedicto en 2010 en una entrevista dada para un libro. Y solo un teólogo tan grande como el papa Benedicto pudo dar este paso con tanta confianza.

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Christoph Strack, de DWImagen: DW

Incluso después de cinco años, aún para expertos en ley eclesiástica, muchas preguntas sobre la resignación de Joseph Ratzinger permanecen abiertas. ¿Cómo se le debe dirigir a un papa que ha resignado? (el término "papa emérito" es ampliamente criticado) ¿Cómo debe vestirse? ¿En blanco papal o en rojo como los cardenales? Además, la cuestión de la residencia para Benedicto XVI con su sustento monástico en los Jardines Vaticanos se ha aclarado, pero no definitivamente. Ninguna ley eclesiástica prohibiría un retiro en reclusión. Y muchos se han irritado por el hecho de que la "vida en oración" como un servicio a la "santa iglesia de Dios", de la que Benedicto habló cuando anunció su renuncia, haya también incluido, desde entonces, algunas locuciones políticas sobre la Iglesia.

A raíz de su decisión, Benedicto hizo posible la elección de un reformador (de todas formas conservador). Se convirtió en el papa de la transición, y sin embargo, será mucho más que eso dentro de la historia de la Iglesia. Ningún otro acto en siglos pasados, incluida la codificación de la cuestión largamente debatida de la infalibilidad papal, ha cambiado tanto el papado, trasformando a la Iglesia católica. ¿Cuánto? Solo el tiempo lo dirá.

"Peregrinando a casa"

La decisión de Benedicto y su vida en reclusión desde su dimisión, la noche del 28 de febrero de 2013, corresponde a diferentes razones. No tiene que ver con la Iglesia y el poder, sino más bien con preguntas existenciales, que, en última instancia, nos han enseñado sobre la dignidad y, al mismo tiempo, sobre la carga de la vejez. Hace unos días, Benedicto escribió a los lectores de un periódico italiano, diciendo que muchos de sus seguidores querían saber "cómo paso esta última fase de mi vida".

"Todo lo que puedo decir es que mientras las fuerzas físicas están disminuyendo lentamente, estoy interiormente peregrinando a casa. Es positivo para mí estar rodeado de amor y bondad en esta última parte de mi camino, a veces laborioso, lo que previamente no podía haberme imaginado", dijo. 

Cualquiera que haya acompañado a un anciano en su acercamiento a la muerte sabe lo que esto significa.

El papa Benedicto XVI sigue siendo un gran teólogo. Y ha sido hasta hoy y será siempre un hombre profundamente religioso.

Autor: Christoph Strack (few/rrr).

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