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Opinión: El Muro de Berlín se fue, pero ¿realmente es así?

Marcel Fürstenau
5 de febrero de 2018

El Muro de Berlín se mantuvo en pie 28 años, dos meses y 27 días. El mismo tiempo que lleva desaparecido. Desafortunadamente, todavía existe, aunque de otras formas, lamenta Marcel Fürstenau.

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Deutschland Brandenburger-Tor 1990
Imagen: imago/F. Berger

Crecí con él. Estaba a unos pocos cientos de metros de mi patio de recreo: el muro. Cuando era un adolescente, después de mudarme con mi familia, lo miré desde la ventana de la cocina hacia donde estaba el Berlín oriental. Estaba amurallado, pero me sentí libre de todas formas. Y no se trataba de una fantasía, porque siempre podía ir a cualquier parte. Incluso a la RDA, donde vivían mis compatriotas, a los que no se les permitió visitarnos, a menos que estuvieran jubilados.

Todavía no había nacido cuando el espantoso muro se levantó por casi 160 kilómetros, el 13 de agosto de 1961. Llegué al mundo un año después. El muro era más viejo, pero sobreviví. Ahora tengo casi el doble de años que la "muralla de protección antifascista", como llamaron los gobernantes de la RDA a esta construcción inhumana y letal, que finalmente fue derrocada por valientes del Este después de 28 años, dos meses y 27 días. La misma cantidad de tiempo que cumple la desaparición del muro este 5 de febrero.

Entiendo cómo se siente ser ciudadano de segunda clase

El muro se ha ido, con la excepción de unas cuantas partes que se conservan y sirven como recordatorio de las consecuencias que pueden tener las paredes para las personas. Estas consecuencias pueden durar mucho tiempo. La división del pasado vuelve al presente cuando hablo con alemanes orientales sobre sus vidas en una Alemania reunificada y se quejan, con razón, de pensiones más bajas. Es vergonzoso que estas desigualdades persistan 28 años después.

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No me sorprende en absoluto que muchos alemanes orientales se sientan ciudadanos de segunda clase. Nunca entendí el reemplazo de la mayoría de los miembros de la elite de la RDA por personas del lado occidental. Tenía sentido en lo que se refiere a las posiciones políticamente sensibles, pero en las áreas de negocios, academia, ciencia y cultura, esto fue más allá de lo necesario para mi gusto. En 2018 los alemanes del antiguo Oriente permanecen subrepresentados en posiciones de liderazgo en todos los ámbitos.

Ser gobernado por Merkel no es un consuelo

¿Debe consolarme que Angela Merkel, mi canciller durante los últimos 13 años, se crió en la RDA aunque nació en Hamburgo? Eso suena más sarcástico de lo que pretendía.

Por el contrario, estoy totalmente convencido de que habríamos avanzado mucho más en nuestra reunificación interna si tuviéramos más Angelas Merkel en puestos de responsabilidad. Es por eso que me pareció muy lamentable que Joachim Gauck no fuera candidato a un segundo mandato como presidente en 2017. 

Deutsche Welle Marcel Fürstenau Kommentarbild ohne Mikrofon
Marcel Fürstenau, redactor de DW.Imagen: DW

En otro campo de la política, mi comprensión cesó hace mucho tiempo. La marginación intencional de la izquierda. Los conservadores gobernantes (CDU/CSU) siguen negándose a presentar mociones conjuntas con la izquierda en el Bundestag.

El papel integrador de la izquierda es poco apreciado

Recientemente pude experimentar el aprecio por la izquierda entre los aliados políticos de Merkel, fue durante una recepción por el cumpleaños número 70 de Gregor Gysi. El presidente del Parlamento, Wolfgang Schäuble (CDU), reconoció el papel que jugó este berlinés del este, nacido en una familia comunista, para conseguir que Alemania vuelva a estar unida. La estima de Schäuble por Gysi, que ha sido acusado reiteradamente de tener presuntos contactos con la Stasi, fue sincera y de corazón. Dando vida a la palabra "cristiano" que lleva el nombre de su partido. ¡Me gustaría que esto ocurriera más a menudo, sobre todo en público!

Para mí está claro: aquellos que todavía rechazan un campo político debido a sus raíces históricas carecen de madurez democrática. Así es como las paredes sicológicas se cimentan en un país donde el muro de hormigón cayó hace 28 años, dos meses y 27 días. El punto que ahora hemos alcanzado, donde el tiempo en que el muro no ha existido es el mismo que estuvo en pie, es una nueva oportunidad para derribar las últimas paredes que quedan en las cabezas. Son los jóvenes quienes nos pueden mostrar el camino. Para ellos el este y oeste son en gran medida sólo puntos geográficos.

Afortunadamente los jóvenes piensan distinto

Mi familia recientemente celebró su primera boda entre alemanes, como se les llamaba antes, ambos nacieron poco antes de la caída del muro: él en el estado de Baden-Württemberg, en el oeste, y ella en Sajonia, en el este. Hoy viven en Leipzig, la ciudad de los héroes, donde en 1989 los ciudadanos celebraron las legendarias demostraciones de los lunes, que fue una parte significativa de la revolución pacífica de la Alemania oriental. 

Afortunadamente, historias como estas son normales para la generación de mis parientes más jóvenes, a la que también pertenecen mis propios hijos. Muchas personas mayores podrían seguir este ejemplo, incluso cuando en muchos casos  puede ser comprensiblemente difícil. Para los líderes políticos, deseo que los últimos guerreros de la Guerra Fría finalmente reconozcan los signos de los tiempos y cumplan con sus responsabilidades. Y luego, las últimas paredes realmente caerán.

Autor: Marcel Fürstenau (MN/VT)

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