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Un año perdido

Spiros Moskovou 25 de enero de 2016

La victoria electoral de la izquierda radical Syriza hace exactamente un año en Grecia fue un terremoto político para Europa. Spiros Moskovou hace un balance muy crítico de los 12 meses de Alexis Tsipras en el Gobierno.

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Griechenland Alexis Tsipras
Imagen: Getty Images/AFP/A. Tzortzinis

Después de su sorprendente pero clara victoria electoral, el populista Alexis Tsipras logró formar Gobierno con el partido de extrema derecha Anel en tiempo récord. En aquel entonces, Tsipras prometió poner fin a las políticas de austeridad y renegociar las condiciones del rescate con los prestamistas internacionales. Un año después, la política real sigue imperando y Tsipras no ha conseguido sacar al país de la bancarrota. La “revolución de la izquierda” ha caído en saco roto. Tsipras no es más que el guardián del tercer y más riguroso plan de austeridad que se ha impuesto en Grecia en los últimos cinco años.

Los problemas han seguido creciendo

En sí, la maduración política del joven primer ministro es encomiable. El escándalo es que ha perjudicado enormemente a su país. Grecia, que a diferencia del resto de países en crisis del sur de Europa no se recuperará, afrontó en 2015 dos elecciones generales y un referéndum. Esta serie de comicios fueron pensados como una demostración de fuerza de los países más débiles, como bofetadas contra los poderes supuestamente siniestros de la UE y el FMI. El resultado, hoy en día, sigue siendo contradictorio: Grecia sigue bajo tutela internacional, los votantes de Syriza están decepcionados y Tsipras se agarra al poder.

La pregunta es: ¿cuánto tiempo podrá seguir jugando a ser Don Quijote el refinado primer ministro? La economía está estancada, el desempleo campa a sus anchas y amplios sectores de la sociedad siguen empobreciéndose. El culpable de esta situación no es la odiada política de austeridad, sino el fracaso de todos los gobiernos griegos de los últimos cinco años en su intento de reformar el país. Un ejemplo de estos vagos intentos por atajar los problemas de Grecia es la eterna promesa de mejorar el sistema de seguridad social, una desiderata clásica de la política griega desde hace décadas. Ninguna fuerza política tuvo el coraje de reformar el hace tiempo impagable y antiguo sistema de pensiones. El gobierno de Syriza está obligado por los prestamistas a abordar el problema. Las protestas llevadas a cabo por varios grupos en los últimos días, no obstante, muestran lo dura que será la oposición al intento de modernización.

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El jefe de la redacción griega de DW, Spiros Moskovou.

Pero no sólo los grandes y difíciles proyectos de reforma amenazarán la tranquilidad de Syriza y Tsipras durante el nuevo año. La mayoría oficialista en el Parlamento, basada sólo en tres asientos, no está garantizada en todas las circunstancias. El gobierno, por ejemplo, sólo fue capaz de aprobar la ley sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo con los votos de la oposición, puesto que sus socios de la coalición Anel votaron en contra. Después de una serie de derrotas electorales, el partido conservador Nueva Democracia ha sido refundado y, tras pasar un tiempo hibernando, se ha vuelto a erigir en una fuerza política seria bajo la dirección de su nuevo presidente, Kyriakos Mitsotakis. Según las últimas encuestas, Nueva Democracia tendría incluso cierta ventaja sobre Syriza en intención de voto.

Aureola de “superioridad moral” destruida

En un panorama político tan cambiante como el actual, Syriza pudo, al menos, referirse recientemente a la “superioridad moral” de la izquierda, que hasta hace poco nunca había podido formar gobierno sin el apoyo de los partidos tradicionales. En las últimas semanas, sin embargo, han salido a la luz una serie de tratos de favor hacia familiares o amigos que empañan el discurso de Syriza. Cuando el presidente de las juventudes del partido fue acusado de haber colocado a algunos familiares en puestos públicos, su explicación fue bastante extraña: su abuelo y su abuela no habían luchado en vano contra la ocupación alemana bajo la bandera de la organización de resistencia comunista EAM. Por tanto, ¡ya era hora de que sus nietos se cobrasen los servicios prestados! Hace un año, Syriza anunció un nuevo comienzo para la sociedad y la política de Grecia. Un año después, la nueva era parece la otra cara de la tradición griega. Solo que más grotesca.