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Opinión: Europa espera a Merkel

Christoph Hasselbach1 de enero de 2016

Aunque la canciller de Alemania, Angela Merkel, es apoyada por su partido, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), su generosa política de asilo no puede perpetuarse, opina Christoph Hasselbach.

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Christoph Hasselbach, comentarista de Deutsche Welle.
Christoph Hasselbach, comentarista de Deutsche Welle.

En Europa, Angela Merkel está prácticamente sola en defensa de su política de asilo. Quien crea, como ella lo hace, que no debe ponerse límites a la acogida de refugiados terminará teniendo, como la jefa del Gobierno alemán, un serio problema. Por eso mismo, su plan para distribuir a los recién llegados de forma justa entre los países de la Unión Europea fracasó de forma tan estrepitosa. Los socios comunitarios ven la situación de la siguiente forma: ¿Por qué tenemos que pagar nosotros por los gestos que Merkel envía al mundo?

Las reacciones de populistas de derecha como la francesa Marine Le Pen o el húngaro Viktor Orban no molestaron tanto a la canciller. Mucho peor debieron parecerle las opiniones del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Aludiendo a Merkel, el mesurado y prudente polaco dijo que la ola de refugiados era “demasiado grande como para no ponerle fin”. El intento de forzar a los países a asumir cuotas para la admisión de refugiados linda, según Tusk, en la “coerción política”.

Tusk, la voz de los opositores

Algunos políticos alemanes se enfurecieron y dijeron que el presidente del Consejo se había excedido en su autoridad y que debería dedicarse a buscar consensos. Pero el tiro de gracia vino de inmediato: Tusk contaba con el respaldo de una inmensa mayoría de los Gobiernos de la Unión Europea. La que estaba sola era Merkel.

Hacia finales de año, ese tipo de críticas contra el curso adoptado por la autoridad alemana se ha hecho cada vez más común, incluso entre personas que, en otros asuntos, apoyan a la canciller. El demócrata cristiano Mark Rutte, primer ministro de Holanda, dijo hace poco que “como sabemos por la historia romana, los grandes imperios caen cuando no protegen bien sus fronteras”. Incluso el leal ministro de Finanzas de la canciller, Wolfgang Schäuble, comparó la llegada descontrolada de refugiados con una “avalancha” que podría hacer caer a un “esquiador descuidado”.

Se profundiza el conflicto interno europeo

En principio, Merkel se ha mantenido en su línea. Con ello, sin embargo, y sin quererlo, ha profundizado los conflictos internos en el bloque comunitario. En todos los lugares donde se esperan elecciones, los partidos de extrema derecha han condenado la falta de controles fronterizos dentro del espacio Schengen. Y un efecto secundario grave se ve en Gran Bretaña, donde a más tardar en 2017 se espera un referéndum sobre su permanencia en la Unión Europea.

Poco a poco el ánimo en el Reino Unido se vuelca hacia su salida de la Unión; una consecuencia directa de la inmigración descontrolada. Eso, pese a que el país insular se puede desligar de cualquier sistema de repartición de los refugiados y no forma parte del espacio Schengen. Pero para los británicos el cálculo es este: si Alemania en pocos años naturaliza a millones de refugiados, esto les dará libertad de movimiento y, con ello, el derecho a establecerse en Gran Bretaña, como miembro de la UE.

Merkel es muy querida por los refugiados, pero ha comenzado a perder popularidad entre los alemanes.
Merkel es muy querida por los refugiados, pero ha comenzado a perder popularidad entre los alemanes.Imagen: Reuters/F. Bensch

Asumir asuntos desagradables

La Unión Europea ha iniciado varios proyectos en materia de acogida de refugiados: luchar contra las causas de la emigración masiva en otras regiones, apoyar a los países que combaten en Siria, permitir una migración laboral acotada. De cualquier forma, incluso si todos se ponen de acuerdo en contribuir en la misma línea –algo que a estas alturas no se puede prometer–, la controversia parece inevitable en Europa. Además, la Unión Europea no debería depender solamente de Turquía para mantener a los refugiados alejados de su territorio. Ese asunto desagradable debería asumirlo el bloque comunitario por sí mismo.

El gran tema de 2016 será asegurar las fronteras exteriores de la Unión Europea. Si eso no resulta, como ya ha advertido el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, “se verá afectado no sólo Schengen, sino todo el continente”. Merkel dijo lo mismo hace años para defender el euro. La frase tiene más sentido en el tema de la migración.