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Opinión: El odio está de moda

Volker Wagener
23 de enero de 2017

En Washington, Trump ataca a los manifestantes y los medios. En Coblenza, sus seguidores europeos arman su propia fiesta. No hay dudas: las armas contra el viejo orden están en ristre, opina Volker Wagener.

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ENF Tagung in Koblenz
Imagen: Reuters/W.Rattay

"El viejo mundo del siglo XX ha quedado atrás definitivamente". Frank-Walter Steinmeier, el ministro de Exteriores de Alemania y próximo presidente del país, es conocido por no darse a las frases irreflexivas, y por ello en este caso dio en el clavo. Y justamente Marine Le Pen, la jefa del Frente Nacional francés, le da la razón: "Vivimos el fin de una era y el comienzo de otra", dijo el sábado ante los 800 ultraderechistas que se reunieron en un congreso en Coblenza (Alemania). Se puede discutir lo poco que ayudan estas declaraciones, pero el "brexit" es una realidad y Trump también. Una metamorfosis política en Occidente está en marcha. El populismo está de moda. Casi nada es como alguna vez fue. Y pronto habrá elecciones en países importantes: Francia, Holanda, Alemania.

¿Un incendiario en la Casa Blanca?

Mientras, Estados Unidos se despide de su rol como garante del orden mundial. En Siria ya cedió terreno ante Putin y ahora se concentra con fuerza solo en Israel. La promesa de campaña de cambiar la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv a Jerusalén no es, de ninguna manera, una mera decisión organizativa, sino más bien una declaración política. Y vaya qué declaración. Un cambio de ese tipo sería, en la práctica, un reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel. Casi tan peligroso como una procesión de antorchas por una gasolinera.

El periodista de DW Volker Wagener.
El periodista de DW Volker Wagener.

Si Europa no toma en serio al nuevo presidente, ya vendrán los Petry, Le Pen y Wilders, sus copias en formato de bolsillo. Egoístas y autorreferentes, unos países megalómanos son la fantasía de los derechistas europeos y por ello imitan la actitud de "Estados Unidos primero" de Trump. No sorprende que Theresa May sea la primera del Viejo Continente en reunirse con el nuevo mandatario. La salida de los británicos de la Unión Europea es para Trump y todos los populistas europeos miel sobre hojuelas.

Es como si todo lo que aprendió el mundo occidental tras la Segunda Guerra Mundial fuera puesto en ridículo. Las políticas de alianzas, el principio de solidaridad, la ayuda económica. Ciertamente el triunfo del "brexit" fue estrecho y los que se movilizaron fueron los euroescépticos, mientras el resto se quedaba en casa. Trump se vio beneficiado por el sistema electoral estadounidense, pues en votos absolutos él representa a menos de la mitad de los ciudadanos. Y AfD y el Frente Nacional, son por el momento, partidos opositores. Pero lo que hace de este giro hacia la derecha y el cambio en la percepción de los valores algo tan riesgoso tanto en Estados Unidos como en Europa, es el odio abierto de los populistas contra el Estado, la democracia, las élites sociales, la diversidad y los medios.

La resistencia como deber

Pero el fin de semana pasado muestra que en Washington, Nueva York, Boston, Sidney, Londres, París y sí, también en Coblenza, hay otra realidad presente: las protestas, las masivas protestas contra la visión simplona y repugnante de los amantes del odio. Si la democracia es más que una palabra académica debe probarlo ahora, sobre todo en los parlamentos, la prensa y en las calles.