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Opinión: La esperanza de Merkel, un acuerdo cuestionable

Heiner Kiesel 17 de marzo de 2016

La canciller confía más en Turquía para tener bajo control el flujo de refugiados. Pero a este acuerdo le hace falta una base del lado turco y del europeo, dice Heiner Kiesel.

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Imagen: picture-alliance/dpa/Z. Balogh

Lo mejor de todo es que las declaraciones del gobierno de Angela Merkel llegarán probablemente a la próxima cumbre de la UE en Ankara. Allí también se le recordará a Merkel la cantidad de veces que se había frenado un acercamiento entre la UE y Turquía. Pero el mundo ha cambiado. Y la canciller tiene mucha razón cuando dice que Turquía está abrumada con los 2,7 millones de refugiados recibidos. El hecho es que la Europa “rica” podría recibir una tajada de esa cantidad y finalmente hacer un esfuerzo para distribuir de forma justa las cargas de miserias de los refugiados. Y es justo que Merkel defienda la disposición de fondos de la UE para que los refugiados en Turquía puedan tener acceso a educación, salud y alimentación adecuada.

Pero los elogios de la canciller se deben principalmente a que, de acuerdo con su plan, Turquía debe asumir el papel central en la gestión de la migración hacia Europa. Esto demuestra que Merkel está también dispuesta a resolver los problemas con los socios difíciles. Ya que ella apuesta, indiscutiblemente, por el mismo acuerdo que el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, sugirió la semana pasada en la cumbre especial de la UE. En consecuencia, los inmigrantes que llegan ilegalmente a través del Mediterráneo a Grecia, deben ser retirados rápidamente por Turquía. A cambio de que un mismo número de refugiados sirios sean reubicados legalmente en los países de la UE.

Heiner Kiesel.
Kiesel Heiner.

Derechos humanos en Turquía

El modelo del negocio de los traficantes de personas será entonces destruido y menos refugiados perderán la vida en un viaje peligroso, eso espera la canciller. Turquía puede conseguir a cambio la esperanza para un avance en el proceso de adhesión a la UE y facilitar los mecanismos de entrada para sus ciudadanos.

Desde que la propuesta está en circulación, hay protestas de organizaciones de derechos humanos en contra de un acuerdo con Turquía. Estas tienen razón en sus críticas. El gobierno turco es un socio problemático: hace caso omiso a los derechos fundamentales en el trato con sus propios ciudadanos, discrimina mujeres, acosa a medios de comunicación y a periodistas, las minorías son desfavorecidas y se les impide participar en el discurso político. Hay que suponer, entonces, que el gobierno turco se apegará, con cuidado y al nivel de las normas europeas, a las convenciones internacionales sobre el trato hacia los refugiados. Eso no es realista.

Una solución europea está más cerca

Turquía se está esforzando estos días para demostrar que es capaz de detener a los refugiados y a sus traficantes. Pero habría sido mejor si la canciller hubiese dado una indicación de cómo se puede mantener esto después del cierre de un acuerdo. Y es que por cada refugiado que sea regresado de Grecia puede venir un refugiado sirio a Europa, si es que este llegó primero a Turquía. Pero esto significa también que el número de sirios en Turquía se reduce más rápido, siempre y cuando el viaje por mar sea más peligroso. Sin embargo, se deberían crear finalmente posibilidades legales para llegar a Europa.

Para ello es importante que los europeos finalmente acuerden cuántos refugiados desean recibir en total, y de acuerdo a qué reglas serán distribuidos estos en los Estados miembros. Merkel espera que finalmente se llegue a una solución entre países de la UE. “Seguidamente, o sea más delante”, especula la canciller en sus declaraciones oficiales, habrá cuotas voluntarias adicionales que los Estados europeos miembros asumirán. Esto es bastante difuso. Especialmente faltan los que están dispuestos y que quieran participar de todo esto. Países como Hungría, Polonia y Eslovaquia han dejado claro que ellos no son parte del plan. Y la “gran” Francia quiere asumir un máximo de 30.000 sirios. Sin embargo, sin una solución europea, la negociación planificada con Turquía es una farsa, una en la que los refugiados están siendo jalados de un lado a otro.


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