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Opinión: El destino de Siria, en manos de Putin

24 de enero de 2017

En Kazajistán se habla de la paz en Siria. Entre los representantes del gobierno y de los rebeldes están las delegaciones de Rusia, Irán y Turquía, las tres potencias que también tienen interés en el futuro del país.

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Imagen: Getty Images/AFP/K. Kudryavtsev

Cientos de miles de muertos, varios millones de desplazados, amplias regiones del país reducidas a cenizas... los habitantes de Siria esperan que la guerra en su país, que ya está cerca de cumplir seis años, termine pronto. En gran medida, esto dependerá de lo que diga Rusia en las próximas semanas.

Astaná sentará las bases

Las negociaciones en Astaná marcan el apogeo de la participación rusa en este conflicto. El presidente Vladimir Putin ha reforzado la posición de su par sirio Bashar al Assad por intermedio de cientos de ataques aéreos contra posiciones rebeldes. Así también frustró las ambiciones de la oposición de derrocar militarmente al gobernante. Putin no tiene nada personal a favor de Assad, pero al salvar al régimen de Damasco, el mandatario ruso quiere asegurar la lealtad de Siria como aliado en Medio Oriente.

Pero debido a que la operación militar rusa en Siria está resultando demasiado onerosa, parece que ahora Putin pretende buscar una salida política al conflicto. Él sabe que no habrá una solución militar y, si la hubiera, sería a un precio demasiado elevado para el fisco ruso. Por eso invitó a negociar la paz en Astaná. Allí se sentaron las delegaciones del gobierno sirio junto a los líderes de los grupos armados. Pero solo comandantes, ningún político opositor.

Putin busca reforzar el frágil alto el fuego. Y para ello debe facilitarse un regreso a las negociaciones políticas, como las del próximo mes en Ginebra, bajo el auspicio de Naciones Unidades. Por tanto, que Putin no entienda a Astaná como una contrapropuesta a Ginebra es algo muy razonable.

Putin debe controlar a Assad

El comienzo de las conversaciones, sin embargo, se ha visto dificultado por el hecho de que la fuerza aérea siria sigue bombardeando objetivos en el país, casi como si no existiera ningún alto el fuego. Siempre el gobierno se justifica diciendo que su plan se concentra en los llamados "terroristas", Estado Islámico y el antiguo Frente al Nusra, que no están considerados en la tregua. Pero hay fuertes sospechas de que en realidad Al Assad quiere trabar el alto el fuego, pues sabe que mientras se siga combatiendo, no comenzarán unas negociaciones políticas que pondrán su futuro en el poder sobre la mesa.

Putin ya lo sabe: si quiere asegurar a través de un proceso político el éxito militar alcanzado en Siria, deberá poner atención a que la reunión de Astaná sea exitosa. Para ello deberá ocuparse de que Al Assad hoy más que antes se atenga al cese de las hostilidades. Putin tiene la influencia necesaria para ello, pues sin su apoyo y el de otros poderes internacionales, Al Assad estaría rápidamente acabado.

Si tras el encuentro de Astaná la fuerza aérea siria sigue actuando como si nada, nuevamente la violencia en Siria alcanzará los niveles que había antes del cese el fuego. Que el conflicto finalmente llegue a término depende en gran medida de Putin.

Autor: Karsten Kühntopp