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Matar en nombre de Tito

2 de octubre de 2014

La Yugoslavia socialista persiguió a sus disidentes en todo el mundo: en Canadá, Australia, Gran Bretaña, Estados Unidos. Pero el objetivo principal era la República Federal de Alemania.

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18 meses antes de la entrada en vigor de la directiva contra los disidentes del régimen, el jefe de Estado yugoslavo visitaba al canciller alemán Willy Brandt en Bonn.Imagen: picture-alliance/dpa

Cuentan que el dictador montó en cólera cuando se dio cuenta de que lo habían desafiado. 19 hombres jóvenes que luchaban por la independencia de Croacia habían puesto en evidencia al déspota socialista yugoslavo y su país multinacional. Se denominaban “el grupo Fénix”, como el ave que renace de sus cenizas. Los integrantes de la organización tendían tanto a la teatralidad como el gran Camarada Tito, a quien le gustaba rodearse de lindas actrices occidentales. Llegaron a Europa desde Australia, el baluarte del exilio croata. Con armas de fabricación austríaca, muy probablemente financiadas por compatriotas exiliados en la República Federal de Alemania, los nacionalistas del Grupo Fénix organizaron en 1972 un levantamiento contra el mandatario socialista en la pequeña ciudad bosnia de Bugojno, en pleno corazón de la Yugoslavia multinacional de Tito, un país de más de 20 millones de habitantes. Aquí el grupo halló respaldo entre la población local, croatas igualmente nacionalistas e incluso de extrema derecha. Estos preferían un Estado croata independiente a pasar a formar parte del sueño de Tito de “hermandad y unidad” entre los pueblos eslavos del sur.

Fue necesario movilizar a miles de efectivos para sofocar el levantamiento. En la operación murieron 7 soldados. El 20 de junio, el grupo Fénix logró cruzar la frontera austro-yugoslava. Cuatro semanas después, el 21 de julio de 1972, el dictador sentó las bases para que nunca más volviera a ocurrir algo así: una directiva para la lucha contra sus opositores.
En el argot comunista se dijo que era necesario llevar a cabo una “guerra especial” que, por supuesto, debería extenderse a las “fuerzas interiores de aquellos países”, es decir, a los opositores al régimen en sus países de exilio. La mayoría de ellos eran croatas católicos que desde el exilio rechazaban la Yugoslavia socialista y seguían lamentando la desaparición de su propio Estado, proclamado por un breve lapso de tiempo durante la II Guerra Mundial gracias al apoyo de la Alemania nazi.

Mord in Titos Namen – Geheime Killerkommandos in Deutschland
Imagen: picture-alliance/dpa

En tanto, muchos croatas residentes en el extranjero habían descubierto las ventajas de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho en sector occidental de la Guerra Fría. Así, la mayoría de los grupos en el exilio luchaban por sus metas por la vía pacífica. Pero los agentes secretos de Tito no hacían distinciones. Persiguieron a todos los disidentes por igual y dejaron un rastro de sangre a través de toda la República Federal de Alemania. El reportaje “Matar en nombre de Tito” producido por Deutsche Welle y Bayerische Rundfunk, tematiza esta inaudita serie de asesinatos. Hasta la caída del Muro de Berlín, agentes yugoslavos organizaron la muerte de al menos 29 opositores al régimen. La mayoría de estos delitos no han sido esclarecidos.

Sólo en el caso de Stjepan Djurekovic, un croata disidente asesinado en 1983 en la localidad bávara de Wolfratshausen, se dictó sentencia contra un colaborador: el croata exiliado Krunoslav Prates, quien se halla en prisión desde entonces. Este crimen también se revisará en el proceso contra los dos exagentes secretos Josip Perkovic y Zdravko Mustac que comienza el 17 de octubre de 2014 en Múnich. Ambos están acusados de haber organizado el asesinato del disidente Djurekovic.


Croacia: detención tardía

Mord in Titos Namen – Geheime Killerkommandos in Deutschland – Stjepan Djurekovic
En Yugoslavia era un alto funcionario de la industria petrolera hasta que huyó a Alemania. Allí, Djurekovic se convirtió en blanco de los servicios secretos yugoslavos. Sabía demasiado y, además, sospechaban que había trabajado para los servicios de inteligencia alemanes en el extranjero.Imagen: BR/DW