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Pero las praderas marinas cada vez son más escasas, y sufren las consecuencias de la contaminación y la pesca. Los barcos a motor también son una amenaza. Los manatíes suben a la superficie a respirar a lo sumo cada seis minutos, y a menudo son heridos por las hélices de los barcos. Además su carne es muy apreciada, a pesar de que está estrictamente prohibido darles caza. Todo esto ha llevado a los manatíes en Filipinas al borde de la extinción.