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Un pato que muerde

6 de mayo de 2011

El semanario francés Le Canard enchainé fue distinguido con el Premio Henri Nannen a la libertad de prensa 2011, por mantener una línea editorial independiente y atenerse a su compromiso con la verdad y los lectores.

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El pato que hace temblar a poderosos.Imagen: picture alliance/dpa

Le Canard enchanié (El Pato encadenado), prescinde incluso de publicidad, pero es respetado entre los medios europeos por su habilidad para destapar casos de corrupción y malos manejos políticos. El semanario satírico que se publica cada miércoles con un tiraje de unos 700.000 ejemplares es honrado con el Premio Henri Nannen a la libertad de prensa 2011 durante una ceremonia de gala en Hamburgo.

Fundado en 1915 por Maurice y Jeanne Maréchal, es una de las publicaciones de mayor tradición en Francia, que combina el periodismo de investigación con sátira política. Recientemente el semanario publicó el epitafio de la entonces ministra de Relaciones Exteriores, Michèle Alliot Marie, al revelar detalles sobre sus vacaciones de navidad en Túnez, adonde viajó en el avión privado de Aziz Miled, empresario próximo al clan del entonces presidente tunecino Ben Ali, que dejó el gobierno y huyó de las revueltas de su país en enero pasado.

Le Canard enchaîné Flash-Galerie
La revista es popular y sus suscriptores la reciben antes de que llegue a los puestos de periódicos.Imagen: picture alliance/dpa

Tiro de gracia

Si el presidente Sarkozy tenía sus dudas, en la siguiente entrega se le disiparon. La revista reveló que el padre de la ministra, Bernard Marie, aprovechó el viaje para invertir en una compañía de Aziz Miled. Pero el tiro de gracia fueron las revelaciones sobre los contactos del compañero sentimental de Alliot Marie con Muamar Gadafi. Patrick Ollier viajó unas 15 veces a Libia desde 2004 como intermediario de empresas francesas de armamento y energía nuclear.

La revista, cuyo lema “la libertad de prensa sólo se desgasta si no la utilizamos”, ha tumbado ya a varios ministros. El caso más sonado tal vez fue el ocurrido en 1973 cuando fueron encontrados “in fraganti” agentes de policía disfrazados de plomeros en la redacción de la revista mientras intentaban instalar micrófonos espías. El escándalo acabó costándole el puesto al ministro del Interior, Raymond Marcellin, que declaró después haber sido el chivo espiatorio, pues había otros miembros del gabinete, como el ministro de Defensa, que estaban más interesados en descubrir la identidad de los periodistas que revelaban la información al semanario.

Fue el “Canard” el que reveló que el presidente Jacques Chirac mandó espiar a su rival Nicolás Sarkozy en 2005. A nadie sorprendió y aunque fue un escándalo, no se convirtió en un terremoto político como el que supuso el escándalo Watergate en Estados Unidos. El mundo entero parecía conmocionado por las revelaciones de Bob Woodward sobre las escuchas de Nixon. En París a nadie impresionó.

Autora: Eva Usi

Editora: Emilia Rojas