La vuelta al mundo en doce taxis
Viajar en taxi es toda una fuente de estímulos, tanto si el auto es una vieja carraca como si se trata de un vehículo de lujo. Es la mejor manera de conocer a la gente y sus costumbres.
Amarillo chillón
Los taxis neoyorkinos son mundialmente conocidos por su conocido color amarillo. Aunque no se fabrican desde la década de los ochenta, son autos legendarios. En 1999 se subastó el último taxi oficial de la serie por 134.500 dólares, pero todavía circulan algunos por las calles de la ciudad estadounidense.
Taxis color rosa
Respondiendo a la inseguridad que reina en las grandes ciudades mexicanas se fundaron líneas de taxi exclusivamente para mujeres y niños en lugares como México DF y Puebla; sus vehículos son fácil de identificar por su inusual color rosa. Estos autos incluyen un botón para casos de emergencia.
Regreso al pasado
En Cuba circulan antiguos vehículos estadounidenses de las décadas de los cincuenta y sesenta, con más de 100.000 kilómetros a sus espaldas. Subirse a uno de estos taxis es toda una experiencia para el turista, que entra en contacto con los habitantes de la isla gracias a la costumbre de compartir recorrido entre varias personas.
¡Cabe uno más!
En Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, no se llevan a rajatabla los límites para llevar gente. Mientras el auto ande, puede cargar a todo aquel que se suba en él. Imágenes como esta no se encuentran solo en África, sino también en Asia.
Taxis acuáticos en Dubai
El estuario de Dubai separa la gran ciudad del Golfo arábigo en dos distritos. Apenas hay puentes que los unan, por lo que abundan los taxis sobre el agua. En estos botes caben hasta veinte personas: trabajadores, gerentes, turistas, que pagan unos 22 céntimos por trayecto. Se trata de uno de los taxis más baratos del mundo.
Un trabajo inhumano
El rickshaw es un invento japonés extendido por toda Asia. Actualmente, se le puede ver en todo el mundo en su variante con bicicleta. Los rickshaws conducidos por personas, como este de Calcuta, están desapareciendo; se aspira a eliminarlos por completo por constituir un trabajo inhumano.
Acordar el precio
Viajar en taxi en Tailandia puede convertirse en una gran aventura. Quien elija el tuk-tuk, impulsado por un vehículo de tres ruedas, debe tener nervios de acero y un estómago a prueba de bombas. Los turistas que prefieran los autos de cuatro ruedas deben llegar a un acuerdo sobre el precio antes de subirse. Los monjes tailandeses, por su parte, pueden viajar gratis.
Peludos compañeros de trayecto
En Camboya hay numerosos medios de transporte públicos: el minibús, el moto-taxi, el rickshaw... Este todoterreno es una alternativa barata. Si el viajero no da mucha importancia a la comodidad, se puede subir a la parte trasera, pero debe saber que podría compartir su asiento con cerdos y otros animales.
Té verde al volante
El taxi es uno de los medios de transporte más importantes de las grandes metrópolis chinas: resulta asequible y hay muchos. Solo en Pekín circulan unos 66.000. Advertencia para turistas: que no les extrañe ver a los taxistas chinos bebiendo té verde al volante ni el hecho de que apenas hablen inglés; lo mejor es llevar el destino escrito en chino sobre un papel.
Los taxis negros se extinguen
La típica estampa londinense incluye autobuses rojos de dos pisos y taxis de color negro. El alcalde de Londres se propone acabar con esta imagen, pues considera estos vehículos poco eficientes ecológicamente. Pero ya hay alternativas mejores --y de muchos colores-- para no dañar el medioambiente.
La flota berlinesa
Hay alrededor de 7.600 taxis en Berlín. No sólo hacen cola para recibir a los viajeros del aeropuerto de Tegel, sino que también se los encuentra por las calles de la capital. A pesar de sus maneras directas --bruscas, dirían otros--, los taxistas berlineses son los favoritos de Alemania.
Taxi de lujo sobre el agua
En la ciudad italiana de Venecia, hay pocas calles de asfalto. Los barcos sirven como taxi para recorrer sus canales. Los románticos prefieren dar rienda suelta al lirismo viajando en una góndola guiada por un gondolero que entona hermosas melodías italianas. Advertencia para el turista: el trayecto de 40 minutos puede costar hasta 80 euros.