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En 1990 participó en un simposio médico en Hanóver que le dio el impulso definitivo para construir un hígado artificial. Siguiendo el ejemplo de los riñones artificiales, este ingenio puede mantener al paciente con vida hasta que reciba un órgano trasplantado o se regenere el suyo propio. El doctor Mintzer nos explica en Visión Futuro cómo se desarrolló su labor investigadora tras la caída del Muro.