La extinción de la noche
17 de junio de 2016
La Tierra está cada vez más iluminada. Las imágenes satelitales nocturnas muestran un mar de luces brillantes que se extiende casi sin interrupción por todo el globo terráqueo. Desde la invención de la bombilla, la luz es sinónimo de bienestar y progreso. Pero demasiada luz puede ser perjudicial. Los científicos alertan de la existencia de una contaminación lumínica masiva.
Ritmo circadiano alterado
Los faroles de las calles con sus fuertes luces que apuntan en todas direcciones causan cada noche la muerte de miles de millones de insectos, hacen perder la orientación a las aves migratorias e incluso alteran el sueño de las personas, que a lo largo de millones de años nos hemos adaptado al ritmo del día y la noche: el día significa actividad, mientras que en la noche el organismo se dispone a descansar. Pero las grandes ciudades cada vez están más iluminadas. En los barrios céntricos, pantallas de videos y carteles publicitarios lucen hasta la medianoche para llamar la atención de los clientes y activan el cuerpo humano en un momento en el que debería relajarse.
Iluminación del futuro
En todo el mundo los científicos buscan soluciones para reducir el flujo luminoso en una medida sana. Físicos, biólogos, médicos e ingenieros trabajan en las técnicas de iluminación del futuro, en un tipo de luz que no consuma energía y que no aclare el cielo nocturno de forma innecesaria, que no haga perder el rumbo a los insectos y, gracias a un espectro de colores especial, no modifique el ritmo circadiano de las personas. No se trata de que las ciudades queden totalmente a oscuras, sino de iluminarlas de forma más sostenible e inteligente.
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