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La cultura alemana de protesta propicia el cambio social

21 de octubre de 2010

Los alemanes pueden no ser tan veloces en armar piquetes como sus vecinos franceses. Pero las protestas ciudadanas todavía son parte importante, aunque no convencional, de la agenda política del país.

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Manifestación contra Stuttgart 21.Imagen: AP

Las protestas masivas contra la planeada reforma de la estación de ferrocarril de la ciudad de Stuttgart, conocida como Stuttgart 21, inundaron los medios alemanes durante semanas con imágenes de encolerizados manifestantes. Si bien todavía no puede preverse el efecto que tendrán esas protestas en el multimillonario plan ferroviario, la historia de las manifestaciones civiles en Alemania demuestra que, hechas a gran escala, a menudo tienen éxito e influyen en los cambios sociales.

El primer movimiento ciudadano importante de la Alemania Occidental de posguerra comenzó a finales de los años 60. El movimiento estudiantil criticaba entonces lo que muchos consideraban una actitud autoritaria e hipócrita del Gobierno, combinada con una insuficiente elaboración del pasado nazi por parte de la generación de sus padres.

Esas protestas son la base de la cultura contestaria en Alemania, opina Gero Neugebauer, un politólogo de la Universidad Libre de Berlín que vivió las protestas de primera mano: "Hay que recordar que, en Alemania, los primeros juicios contra los carceleros de Ausschwitz comenzaron en los 60”, señala el politólogo. “El motivo de las protestas era la falta de una herencia cultural y política en la Alemania de posguerra”, añade.

Las protestas tomaron enorme impulso en 1967, luego de que un estudiante llamado Benno Ohnesorg fuera asesinado a tiros durante una manifestación en Berlín Occidental a manos de un policía encubierto. Al año siguiente, el intento de asesinato del líder estudiantil Rudi Dutschke llevó a una parte del movimiento estudiantil a volcarse a la violencia de izquierda. Eso tuvo como consecuencia la formación de la organización terrorista Fracción del Ejército Rojo, que funcionó entre los años 70 y 80.

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Alemanes salen a la calle contra Stuttgart 21.Imagen: picture-alliance/dpa

La generación del 68

El movimiento estudiantil llevó a más activismo social y a un cambio en los valores, desde el movimiento por los derechos de gays y lesbianas hasta la revolución sexual y la fundación del Partido Los Verdes.

Fue el comienzo de una nueva forma de democracia, dice Knut Nevermann, un político que en el Berlín Occidental de los años 60 era estudiante de abogacía. “Se pasó del concepto de estado democrático a un concepto de democracia social”, explica Nevermann. “Creo que el principio de conciencia crítica y democrática en Alemania tuvo su origen allí. Fue un éxito enorme”, concluye.

Pero el “éxito” no terminó allí. En los años 70, los asuntos que tenían que ver con el medioambiente se volvieron el centro de atención del activismo ciudadano. Las mayores protestas, nunca antes vistas en Alemania Occidental, tuvieron lugar a principios de los años 80, cuando la sociedad civil salió a la calle a protestar contra la energía nuclear y contra el establecimiento de una planta de reprocesamiento nuclear en Baviera, en la ciudad de Wackersdorf.

La catástrofe nuclear de 1986 en la planta nuclear de Chernobyl, en la Unión Soviética, fortaleció aún más las demandas antinucleares. Los estudiantes se unieron a los campesinos y organizaron marchas y sentadas de gran dramatismo en la que murieron manifestantes y policías y hubo cientos de heridos y miles de actos delictivos. Gracias a la acción civil, el proyecto finalmente se anuló y Wackersdorf se transformó en el símbolo del éxito de la oposición de la sociedad a la energía atómica.

“En la memoria social colectiva, Wackersdorf es una victoria del movimiento ciudadano contra el Gobierno de Baviera, el Gobierno Federal y la industria nuclear”, subraya Gero Neugebauer.

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También en Berlín (2010), contra la energía nuclear.Imagen: picture alliance/dpa

“La educación debe ser gratuita”

En 2009, los estudiantes alemanes tomaron las calles y ocuparon las salas de conferencia de las universidades a lo largo y a lo ancho del país solicitando que se aboliera la matrícula universitaria impuesta hacía poco tiempo atrás. También salieron a protestar contra los programas para obtener el grado universitario de “Bachelor”, ya que consideraban que los obligaba a acelerar el proceso de aprendizaje y requería una cantidad de trabajo que no se justificaba.

A pesar de que no se propagaron tanto como las protestas estudiantiles de los años 60, la lucha por la reforma educativa no cayó en saco roto. En algunas universidades, como por ejemplo en la de Bamberg, al sur de Alemania, al menos se logró que se redujeran las matrículas.

Autora: Sarah Harman / Arne Lichtenberg / Cristina Papaleo

Editora: Emilia Rojas-Sasse