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Irán: ¿una bomba de tiempo?

Emilia Rojas17 de septiembre de 2004

La Agencia Internacional de Energía Atómica dilata sus deliberaciones en torno a una resolución sobre el programa atómico de Irán. Pese a un acuerdo entre europeos y estadounidenses, no hay consenso.

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Una planta nuclear iraní.Imagen: AP

La inquietud internacional acerca del programa atómico iraní resulta comprensible. Sobre todo porque Teherán no ha tenido precisamente una política de información clara al respecto. Primero afirmó que semejante programa no existía. Luego señaló que se había trabajado en la materia, pero que esas labores se habían suspendido entretanto. Y últimamente anunció la construcción de centrífugas que sirven para enriquecer uranio, lo cual está permitido. Efectivamente, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) no prohibe la producción de uranio enriquecido que, a fin de cuentas, se puede usar para objetivos pacíficos como la generación de energía eléctrica, y no sólo para fabricar bombas nucleares.

Acuerdo europeo-estadounidense

Mohamed El Baradei - IAEA Chef
Mohamed el Baradei, jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica.Imagen: AP

El jefe de la organización, Mohamed el Baradei, lo hizo notar a comienzos de la semana, cuando el consejo de gobernadores inició sus sesiones. Desde su punto de vista, hay una sola actitud a tomar: los inspectores de la AIEA necesitan más tiempo para determinar con qué fin se enriquece uranio en Irán. Pero, una vez más, Estados Unidos presiona por adoptar medidas cuanto antes. En principio, la idea de Washington era dar plazo a Irán hasta fines de octubre para cumplir todas las demandas de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Entre éstas se cuentan la de suspender todas las actividades dirigidas a enriquecer uranio y aclarar todas las dudas pendientes al respecto.

Los europeos, más moderados, no concordaban con el carácter de ultimátum de esa resolución. Pero igualmente se muestran escépticos con respecto al proceder de Irán. En consecuencia, Alemania, Gran Bretaña y Francia lograron llegar a un acuerdo con los representantes de la línea dura, encabezados por Estados Unidos. Dicho acuerdo contempla dar a Teherán un plazo más largo, hasta fines de noviembre, y no incluye el mecanismo automático previsto en el proyecto estadounidense para llevar el caso al Consejo de Seguridad de la ONU si Irán no se somete a los dictados internacionales.

Falta de consenso

No obstante, tampoco esta versión suavizada ha logrado consenso entre los países representados en la AIEA. Por lo pronto, Irán insiste en que sólo pretende generar electricidad. Además, sigue considerando el proyecto de resolución como un ultimátum y alega que la agencia no tiene derecho a planteárselo. El ex presidente iraní, Akbar Hashemi Rafsanyani, ha señalado desde ya que, si eso ocurre, su país podría acudir a la Corte Internacional de La Haya para defenderse.

También algunos miembros de la AIEA reconocen el derecho de Irán a enriquecer uranio para producir energía. Las dificultades para encontrar consenso han forzado a aplazar las deliberaciones y todo indica que será necesario un gran despliegue de habilidad diplomática para superar las divergencias. Pero una cosa es segura: la presión estadounidense no cederá, lo que permite presagiar tiempos difíciles en lo que respecta a Irán.