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Los críticos acusan al Gobierno de Viktor Orbán de presentar a Hungría como una mera víctima de la Alemania nazi y de omitir la colaboración que existió entonces por parte los dirigentes húngaros con el nacionalsocialismo. El monumento representa a un águila imperial alemana atacando al arcángel Gabriel y con ello a los inocentes húngaros. Cada vez son más fuertes las protestas en contra de esta interpretación unilateral de la historia por parte del gobierno húngaro. Además, a finales del año pasado, el partido de extrema derecha, Jobbik, erigió en pleno centro de Budapest un busto del por entonces regente de Hungría y aliado de Hitler, Miklos Horthy.