Publicidad
La última manzana de la discordia es un arrecife artificial. España acusa a Gibraltar de que, así, impide a los pescadores españoles acercarse a las aguas que pertenecen a Gibraltar. Sin embargo, Gibraltar alega que con el arrecife sólo pretende proteger a los animales marinos. Un argumento que España se sabe de memoria, pues también en la discusión respecto a los barcos que repostan en Gibraltar sale a relucir la defensa de la naturaleza. En este peñón de 6,5 kilómetros cuadrados, el carburante no está gravado con impuestos, así que cada año se almacenan y se venden millones de toneladas en Gibraltar. Un riesgo demasiado grande para la naturaleza, protestan en España.