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Eurocopa 2016: el enemigo duerme en casa

Israel Dehesa (DZC)13 de junio de 2016

Los hooligans han empañado la fiesta deportiva en Francia con reiterados actos de violencia. ¿Existe el riesgo de que este fenómeno se extienda en el tiempo?

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Los disturbios en Marsella fueron muy graves.
Imagen: picture-alliance/Maxppp/E. Bride/La voix du nord

Un posible atentado terrorista se percibía como la mayor amenaza para la Eurocopa. La vigilancia se reforzó en Francia y las fuerzas de seguridad se mantienen en alerta máxima. En repetidas ocasiones se han acordonado andenes del metro, sectores de la vía pública y hasta edificios donde se organizan eventos culturales. Una maleta o una caja abandonada bastan para activar los protocolos de protección civil.

No obstante, la policía ha tenido más trabajo del previsto por la presencia de "holligans". Grupos de hinchas, tanto ingleses como rusos, protagonizaron episodios de violencia. La amenaza que representa este comportamiento quedó perfectamente manifestada en una imagen transmitida por la televisión gala: al término del encuentro entre ambas selecciones, algunos aficionados comenzaron a recorrer las gradas para enfrentarse a golpes mientras un padre huía con su hijo en brazos, protegiendo el rostro del pequeño con una mano.

La UEFA analiza la descalificación de la competencia de ambos combinados, como medida disciplinaria y como estrategia para prevenir más episodios de este género en lo que queda de campeonato. Pero no ha sido el único episodio de este tipo. La ciudad de Lille fue escenario del partido entre Alemania y Ucrania. En la víspera del encuentro, el centro de la ciudad fue invadido, a eso de las 5 de la tarde de este domingo, por un grupo de encapuchados vestidos de negro y portando banderas de Alemania.

Allí comenzaron a golpear a los ucranianos que encontraban a su paso, sin reparar en que entre ellos se hallaban muchas mujeres y menores de edad. Algunos se habían cubierto el rostro y además de repartir patadas, intentaban despojar de sus camisetas amarillas a los paseantes ucranianos y buscaban arrebatarles sus banderas. Un reducido número de seguidores alemanes y habitantes de la localidad intentaron dialogar con los ultras, pero también ellos fueron atacados.

Los disturbios en Marsella fueron muy graves.
Imagen: Reuters/J. Pelissier

Lenta reacción

El cuerpo antidisturbios llegó más de 10 minutos más tarde. Los primeros efectivos arribaron en una caravana de furgonetas que avanzaba lentamente por la “Rue Léon Trulin", pues el tráfico se había detenido como consecuencia de los disturbios y la angosta calle estaba completamente bloqueada.

La calma volvió lentamente, pero la atmósfera festiva que había reinado en el lugar no retornó a la plaza, que permaneció resguardada por agentes protegidos por cascos y escudos. ¿Qué tiene que ver esta estampa con una Eurocopa? “Estos ignorantes vienen aquí golpeando a todo mundo, pensando que están defendiendo el orgullo del país. ¿Qué tienen que ver esto con el amor a la patria?”, comenta a DW un joven con la camiseta que lleva detrás el apellido de Müller.

Más tarde, en el Estadio Pierre-Mauroy, la selección de Alemania derrotó por 2-0 a Ucrania, sin brillar demasiado. La Mannschaft jugó como acostumbra a hacerlo: sobria, ordenada, contundente. Los hombres de Joachim Löw enfrentarán a Polonia en su próximo compromiso en París. Inglaterra irá a Lens y Rusia… a Lille. No está claro si las autoridades francesas implementarán medidas especiales para proteger a los aficionados y a la ciudadanía.

Parecían erradicados

Los "hooligans" parecían erradicados de Europa. Pero el peligro de un resurgimiento de la violencia ligada al fútbol es probable. En tiempos de la reaparición de los ultranacionalismos y de las latentes crisis económicas, este fenómeno no parece una casualidad, sino una consecuencia de un sentimiento de frustración ocasionado por la creciente falta de oportunidades que se experimenta desde hace unos años en el continente.

El de los "hooligans" no puede ser entendido como un fenómeno que crece de nuevo ligado a factores relacionados con el deporte, sino como una manifestación más del fortalecimiento de los nacionalismos exacerbados. La violencia en el balompié está catalogada desde hace tiempo no como un comportamiento que es condicionado por la lógica que compete al fútbol, sino como una manifestación de las frustraciones socioeconómicas en algunos sectores de la población.

Las cédulas de aficionados, mayor patrullaje en las calles y controles más estrictos en los ingresos a los estadios y multas para los equipos con aficionados revoltosos son algunas soluciones que pueden y deben tomarse para combatir este fenómeno a corto plazo. Son las únicas medidas que tienen en este momento los responsables de la Euro a su alcance.