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EU: ¿Nuevo tratado en lugar de una Constitución?

Emilia Rojas/Matthias Klein20 de junio de 2007

Aceleradas gestiones diplomáticas han marcado la pauta hasta el final, para evitar un fracaso en la última cumbre de la Unión Europea bajo la presidencia de Alemania. El resultado aún es incierto.

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Un trago amargo para los europeístas: renunciar a la Constitución para posibilitar un acuerdo.

El proyecto central de la presidencia alemana de la UE, definido como tal antes de que la lucha contra el cambio climático se robara por momentos la película, es lo que está en juego en la última cumbre de este semestre en Bruselas: desempantanar el proyecto de la Constitución europea. Para evitar que naufrague del todo, habrá que ser salomónicos. Y, por lo visto, eso implicará renunciar a dicha Constitución, con el fin de salvar sus principales aspectos, volcándolos en un nuevo tratado que ya no tendrá el rimbombante carácter constitucional que asusta a algunos.

¿Hasta dónde ceder?

Un gran despliegue de habilidad política se requerirá de todos modos para aunar posiciones que, hasta el último momento, siguen siendo muy difíciles de conciliar. Especialmente complejo es el tema de la ponderación de los votos de los países de la UE para tomar decisiones, asunto en el que Polonia se ha alzado como el principal opositor al mecanismo previsto de doble mayoría. Pero ese no es el único punto de disenso. Para muestra, un botón: Gran Bretaña expresa reparos a la intención de ampliar las facultades del encargado de la política exterior de la UE. En este caso, la solución consistiría en renunciar a instituir el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores de la UE.

Ésta y varias otras concesiones serán necesarias para lograr poner nuevamente en marcha el proceso dirigido a evitar que la Unión Europea se anquilose y pierda maniobrabilidad. Pero tanta modificación al proyecto original también pone nerviosos a aquellos países que ya ratificaron el borrador constitucional, como Luxemburgo. Su primer ministro, Jean Claude Junker, ya ha advertido que se opondrá si peligran "los avances previstos en la Constitución, por los cuales la población luxemburguesa votó afirmativamente".

Visiones optimistas

La alternativa de un nuevo tratado, en lugar de una Constitución, no le parece demasiado trágica a Janis Emmanouilidis, analista del Centro de Investigaciones Políticas Aplicadas (CAP). "Es la concesión que habrá que hacer para lograr un acuerdo y tener efectivamente la posibilidad de que el resultado sea ratificado por todos los Estados miembros de la UE", opina, subrayando: "Pienso que este tratado puede ser tomado en serio, ya que contendrá los principales elementos previstos en la Constitución."

Lo más probable es que los detalles específicos sean abordados en una conferencia gubernamental que, en el mejor de los casos, debería ser convocada en esta cumbre de Bruselas. Así lo indica Andreas Maurer, analista de la fundación Ciencia y Política (SWP), haciendo notar que para eso se requiere sólo una mayoría simple. En opinión de Maurer, es poco probable que alguno de los países eche por tierra la iniciativa. Según el experto, los gobernantes que asumieron una política de confrontación estaban interesados, sobre todo, en mostrarse firmes ante la opinión pública de sus propios países. Pero nadie tiene interés en un fracaso general.