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Entre ruinas y basura: la decepción de Río

20 de febrero de 2017

Seis meses tras la clausura de Río 2016, el legado del torneo parece desmoronarse día tras día. El Parque Olímpico parece una ciudad fantasma.

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Olympiapark in Rio de Janeiro
Imagen: picture alliance /dpa/I.Risco-Rodriguez

El exalcalde de Río de Janeiro prometía que no ocurriría, pero medio año tras el final de los Juegos Olímpicos, la expresión "elefantes blancos" suena hoy a menudo al hablar de las arenas deportivas de Río 2016. Se usa para describir unas instalaciones abandonadas y en franco deterioro, sin uso actual o incluso casi inservibles después de ser inauguradas con la promesa de constituir el legado más duradero del primer torneo olímpico que hizo parada en Sudámerica.

"No vamos a avergonzar a Brasil con 'elefantes blancos'", decía el exalcalde Eduardo Paes tras los Juegos. A Paes, en tanto retirado del cargo, le gustaba entonces citar como ejemplo el impulso urbanístico de Barcelona tras la cita de 1992 y descartaba que en su ciudad ocurriese lo de Atenas (sede de 2004) o Pekín (2008).

Pero seis meses tras la clausura de Río 2016 (21 de agosto), la situación sugiere que el de la metrópoli carioca podría ser incluso el peor fiasco olímpico de la historia. El legado del torneo, que costó unos 12.500 millones de dólares sobre todo a la iniciativa privada, según los organizadores, parece desmoronarse día tras día. 

Olympiapark in Rio de Janeiro
Imagen: picture alliance/dpa/I.Risco-Rodriguez

"Es todo un poco triste", dice Andre Araújo, en medio del desolado Parque Olímpico de Barra da Tijuca, el complejo deportivo ubicado en el oeste de Río que fue el corazón de los Juegos. "¿Para qué tenemos estas arenas absurdamente grandes?", se pregunta el ingeniero de 44 años, que visita el lugar con su hijo de 10 años por primera vez desde agosto. Ambos están de pie a unos metros del Estadio Olímpico de los Deportes Acuáticos, construido por unos 70 millones de dólares. El lugar donde el estadounidense Michael Phelps hizo historia ante unas 15.000 personas, es hoy la imagen de la desolación. La piscina es un agujero vacío y sucio, manchado de óxido. A la vecina Arena Carioca 3, sede de la esgrima y el taekwondo, le falta el suelo.

Las puertas cerradas de la Ciudad Olímpica

En teoría, los visitantes no pueden entrar en las instalaciones, pero ni siquiera la vigilancia funciona bien estos días. El Parque debía de albergar escuelas públicas y centros deportivos de alto rendimiento, y servir de escenario para grandes eventos tras los Juegos. Ninguna empresa privada, sin embargo, ha asumido hasta ahora la tarea. La "Ciudad Olímpica", por eso, está cerrada hasta nuevo aviso, y sólo abre sus puertas los fines de semana para curiosos que quieran ver las instalaciones por fuera.

"Eso es lo que muchos esperaban", dice a dpa Carlos Vinicius, de 27 años, uno de los poquísimos visitantes, que va al lugar para hacer skateboard en las explandas de cemento de lo que es casi una ciudad fantasma. "Ninguna empresa va a querer administrar esto. Es muy caro", vaticina.

Reformado en varias ocasiones en los últimos años - primero para el Mundial de fútbol de 2014 - el famoso estadio de fútbol Maracaná es quizá el mayor símbolo de la crisis post-olímpica brasileña. La arena está cerrada desde fines del año pasado por disputas entre el consorcio administrador y Río 2016. En las tribunas faltan cientos de butacas arrancadas de sus sitios para las galas de apertura y clausura de los Juegos, y recientemente, la empresa Light cortó incluso el suministro de electricidad por falta de pago.

Rio y la bancarrota financiera

El consorcio controlado por la empresa Odebrecht, sumida en un escándalo de corrupción en varios países de América Latina, se niega a retomar la administración hasta que Río 2016 pague las reparaciones. Al mismo tiempo, Odebrecht intenta deshacerse de su participación en el consorcio Maracaná. Más allá del estadio, también hay problemas en el complejo deportivo de Deodoro, donde se disputaron las pruebas olímpicas de equitación, BMX y piragüismo en slalom. Las instalaciones ubicadas en la empobrecida zona norte de Río parecían ser inicialmente uno de los pocos lugares con un legado olímpico palpable. La piscina pública abierta tras los Juegos, sin embargo, está ahora cerrada por falta de fondos, debido a la bancarrota financiera de Río.

(Isaac Risco, dpa)