Para descubrir e investigar los más diminutos componentes de la materia hacen falta medios titánicos: enormes aceleradores de partículas subterráneos, gigantescos laboratorios en la profundidad de las montañas y detectores especiales bajo el hielo antártico. En Europa sobresalen el centro de investigación CERN en Suiza y el laboratorio del Gran Sasso en Italia.
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Pero hay más proyectos en marcha: aceleradores aún mayores y detectores todavía más grandes. Por el momento, esos proyectos se llevan a cabo principalmente en Europa y Estados Unidos. Pero ahora China quiere entrar también en el mundo de la investigación de partículas y ya ha comenzado a realizar fuertes inversiones con las que otros países solo pueden soñar.