La región de la cuenca del Ruhr está agujereada como un queso suizo. Antaño fue el centro neurálgico de la producción alemana de carbón. Hoy los habitantes se enfrentan a sus consecuencias. Para evitar que los antiguos pozos se llenen de agua y se desplomen, deben bombear permanentemente el agua al exterior.
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Un problema que cuesta mucho dinero, y al que por el momento no se le ha encontrado una solución alternativa.