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El dolor mudo de Noruega

Wulf Wilde (VT/ERS)22 de julio de 2016

Hace cinco años, el extremista de derecha Anders Breivik asesinó en Noruega a 77 personas, entre ellas a 69 jóvenes. La conmoción ha pasado, pero la memoria aún pesa en el país, dice la periodista Hannelore Hippe.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Deutsche Welle: Señora Hippe, usted estuvo en Noruega el día del atentado de Anders Behring Breivik, el 22 de julio de 2011. ¿Cómo vivieron usted y sus amigos noruegos la tragedia?

Hannelore Hippe: En aquel entonces estaba en estado de shock, al igual que todos los noruegos. No podíamos creer lo que estaba pasando. Los noruegos no podían comprender que un atentado de ese tipo había sido perpetrado en su país y que el agresor fuese un compatriota. Y es que para ellos la sociedad noruega es abierta y tolerante.

¿Ha sido posible responder por qué este atentado pudo tener lugar en un país tan tolerante y abierto?

Debido a la ocupación nacionalsocialista en la Segunda Guerra Mundial, casi no hay neonazis en Noruega. No obstante, existe una llamada escena antiyihadista, que es sobre todo islamófoba. Periodistas noruegos que han investigado exhaustivamente el fenómeno de la extrema derecha en su país concuerdan en que más bien fue casualidad que este ataque haya tenido lugar en Noruega.

En su opinión, el caso Breivik tiene que entenderse en el contexto de una amplia red de la extrema derecha en Europa y Estados Unidos. Esto significa que tragedias de este tipo pueden repetirse en cualquier otro lugar y en cualquier otro momento.

Si el atentado de Breivik tenía una motivación xenófoba, ¿por qué atentó contra un campamento juvenil de los socialdemócratas en la isla de Utoya y mató deliberadamente a niños y jóvenes?

Estaba convencido de que los socialdemócratas, que en aquel entonces gobernaban el país, habían traicionado los valores europeos o cristianos al abogar por la igualdad de las culturas y religiones, sobre todo del islam. Para él, el Partido Laborista era responsable de que hubiese inmigrantes en el país. Al asesinar a miembros de la organización juvenil de los socialdemócratas, Breivik quiso evitar que éstos en algún momento llegaran a asumir puestos de liderazgo en el partido para dar continuidad a esa política.

En abril pasado, un tribunal determinó que la prisión incomunicada de Breivik viola sus derechos humanos.
En abril pasado, un tribunal determinó que la prisión incomunicada de Breivik viola sus derechos humanos.Imagen: Reuters/L. Aserud

¿Qué consecuencias tuvo el atentado para la sociedad noruega? ¿Ha cambiado sustancialmente el país?

La sociedad noruega no ha cambiado de forma masiva o evidente. Sigue siendo muy abierta. Y en los últimos dos o tres años los medios públicos casi no abordaron temas que pudieran ensombrecer esta imagen. Las voces críticas contra temas como la inmigración, los solicitantes de asilo y una sociedad multicultural han desaparecido de los medios públicos.

No obstante, el partido populista de derecha, el Partido del Progreso, del que Breivik fue miembro durante mucho tiempo, forma parte del gobierno de coalición desde 2013. ¿Noruega dio un giro a la derecha en aquel entonces?

Los medios en Noruega lo niegan. En su opinión, Breivik más bien unió a la sociedad noruega en la lucha contra la extrema derecha, y en favor de la democracia, la transparencia y la apertura.

¿Cómo lidia el país con la memoria de esta terrible tragedia?

Este 22 de julio se celebran actos conmemorativos en Oslo y Utoya, probablemente también en otros lugares del país. Pero son eventos menores. En la vida cotidiana, el asesinato en masa de Breivik ya no está muy presente. Sin embargo, el fallo sobre las condiciones de su prisión en abril pasado despertó recuerdos y generó un amplio debate público.

¿Cuál fue la reacción al fallo del tribunal de Oslo que determinó que la prisión incomunicada de Anders Behring Breivik viola sus derechos humanos?

Hubo mucha indignación. La gente se pregunta cómo un asesino en masa que mató a sangre fría a 77 personas, entre ellas muchos niños y jóvenes, se atreve a hablar de dignidad humana. Todavía no es fácil lidiar con los sucesos de aquel entonces y hacer justicia a las víctimas y a todos los afectados.

Desde 1996, la periodista y autora Hannelore Hippe vive una parte del año en Noruega.