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Arafat: la muerte de un símbolo

11 de noviembre de 2004

Yasser Arafat murió sin haber visto nacer el Estado independiente por el que luchó toda su vida, pero convertido, pese a toda la polémica que pueda despertar su figura, en un símbolo de la causa palestina.

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Imagen: AP

Nunca se pudo confirmar si Yasser Arafat realmente se presentó con una pistola a la Asamblea General de la ONU, en 1974. Sólo se sabe que llevaba la funda de un arma. Pero eso bastó para provocar cierto shock en su día. Veinte años más tarde, el mundo celebraba al hombre que recibía el Premio Nobel de la Paz. El jefe de la OLP cambió radicalmente su estrategia, pero su objetivo siguió siendo el mismo durante seis décadas: el éxito de la causa palestina.

Abu Amar

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Arafat, sitiado en su cuartel de Ramallah.Imagen: AP

“El estado palestino será una realidad. Nadie puede tapar el sol con un dedo”, dijo una vez el líder palestino. Pero, en cambio, hay nubes que no terminan de disiparse. Lo que a muchos les quedará en la memoria es la imagen de un hombre envejecido, a la luz de las velas. Arafat volvió a convertirse en un héroe de su pueblo y del mundo árabe cuando quedó recluido en su cuartel general de Ramallah, cercado por tanques y francotiradores israelíes.

Allí volvió a ser Abu Amar, el combatiente por la liberación de Palestina, un papel que a todas luces le sentaba mejor que el de presidente de la autonomía. El proceso de paz de Oslo estaba hecho añicos y Arafat se mostraba decepcionado porque el mundo no actuaba para impedir el derrumbe de lo que fue siempre su sueño: pasar a la historia como el primer presidente de un Estado palestino independiente.

Fracasos y triunfos

Arafat tuvo que soportar en su trayectoria muchos fracasos, de los cuales no siempre estuvo exento de culpas. Tras haber asumido la jefatura de la OLP, en 1969, la organización cosechó repudio con múltiples atentados y secuestros de aviones. En 1970, el líder palestino fue expulsado de Jordania y, en 1973, del Líbano.

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Yasser Arafat, Shimon Peres y Yitzhak Rabin, al recibir el Nobel de la Paz.Imagen: AP

Pero las cosas cambiaron con los años y las exitosas negociaciones secretas realizadas en Oslo en 1993 le reportaron el reconocimiento internacional y el premio Nobel de la Paz en 1994. Luego vino el triunfal retorno a Gaza y, en 1996, su elección como presidente de la Autoridad Nacional Palestina, donde su forma autocrática de gobernar y la corrupción administrativa volvieron a reportarle críticas.

El ocaso

Tras el asesinato del entonces primer ministro israelí Yitzak Rabin, en 1995, el proceso de paz se estancó. Arafat fue cayendo en la desesperación. Apasionadamente exhortó a los israelíes a poner fin a décadas de hostilidad y a “lograr la paz de los valerosos, mediante una verdadera cooperación.” No obstante, el año 2000 quedó de manifiesto en Camp David que las posiciones de israelíes y palestinos seguían siendo demasiado divergentes. En esa ocasión, Arafat no cedió a la presión estadounidense-israelí. Lo que siguió fue la segunda Intifada, con las consecuencias de todos conocidas.

Pese a todo, Arafat será recordado como el hombre que consiguió que el mundo reconociera el derecho de los palestinos a contar con un Estado independiente. Y eso no es poca cosa, independientemente de cuándo llegue a hacerse realidad.