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Alemania recupera una pieza de un viejo, pero vigente caso de corrupción

3 de agosto de 2009

La mayor trama de corrupción política jamás destapada en Alemania recupera a una de sus piezas claves: en Múnich ha aterrizado Karlheinz Schreiber, un comerciante de armas que tendrá que responder a muchas preguntas.

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Karlheinz Schreiber, a sus 75 años, de nuevo en Alemania.Imagen: AP

Realmente, la historia lo tiene todo para convertirse en el escándalo perfecto: políticos corruptos, empresarios codiciosos, maletines repletos de dinero, la agenda de un comerciante de armas y el vendedor mismo, Karlheinz Schreiber. Su trama se desarrolla entre mediados de los 80 y bien entrados los años 90, uno de esos periodos que cíclicamente aparecen para sorprender a los mandatarios cuando más seguros se sienten en sus puestos, y socavar a los ojos del pueblo, embelesado por los "grandes hombres", la credibilidad de la clase política.

Sí, aquellos no fueron buenos tiempos para la legitimidad del "sistema". Giulio Andreotti y Bettino Craxi, los jefes de Gobierno que habían sido la insignia de la Italia de la posguerra, luchaban por evitar el título de mafiosos; la "cash-for-questions affair" saltaba de las páginas de The Guardian directamente al Parlamento británico y, en España, la prensa conservadora acorralaba a Felipe González y al Partido Socialista le crecían los enanos. Un terremoto de casos de corrupción y abuso de poder recorrió Europa, y tampoco Alemania se libró de vivir la correspondiente sacudida.

El mayor escándalo de financiación partidaria jamás destapado sobre tierras germanas empezó a hacerse público el 4 de noviembre de 1999. Ese día, el tribunal regional de Augsburgo emitió una orden de detención contra Walter Leisler Kiep, el tesorero de la Unión Democratacristiana (CDU). Se le acusaba de haber ingresado, y no declarado, un millón de marcos en las arcas del partido. El autor de tan generoso donativo era Karlheinz Schreiber, el comerciante de armas, que cuando se vio acorralado huyó con su segundo pasaporte a Canadá y logró esquivar durante 10 años a la Justicia germana.

"El señor Schreiber ha recorrido una larga senda para evitar su extradición. Ahora, acaba de llegar al final del camino", declaró la jueza canadiense Barbara Conway. El hombre considerado clave en un entramado de cajas negras que manchó la herencia de Helmut Kohl y nunca llegó a dilucidarse del todo, ya está en una celda alemana.

De vendedor de alfombras a amigo del poder

Karlheinz Schreiber auf dem Weg nach Deutschland
Karlheinz Schreiber evitó durante 10 años la extradición a Alemania.Imagen: picture-alliance/ dpa

Karlheinz Schreiber nació en marzo de 1934 en Petersdorf, en el centro de Alemania. Porque su padre era tapicero y él había absuelto su formación en una casa textil, acabó trabajando como vendedor en una tienda de alfombras muniquesa.

En la muy conservadora Baviera, Schreiber pasó pronto a ser uno de los miembros más destacados de la Unión Cristianosocial, la tradicional socia de los democratacristianos, ascendió a buen amigo de la familia y mano derecha de Franz-Josef Strauß, el mítico primer ministro bávaro, y cambió las alfombras por los helicópteros, los tanques y los Airbus para convertirse en el intermediario entre el Gobierno regional y el poderoso grupo Thyssen.

Una carrera fulminante de la que, según la fiscalía que solicitaba su presencia como inculpado en el proceso de Augsburgo, formaba parte el pago de sobornos y el reparto de dinero negro. La acusación sostiene que Schreiber obtuvo de Thyssen al menos 15 millones de marcos, monto a hacer llegar, vía cuentas secretas en Suiza y empresas tapadera, a políticos y empresarios.

Holger Pfahls Wohngegend in Paris Avenue de Suffren
Tras tres años fugado, Pfahls fue detenido en París.Imagen: AP

El viernes pasado, las autoridades de Ottawa informaron a Schreiber de que su extradición se llevaría a cabo en un plazo de 48 horas. Su abogado se queja de que, debido al fin de semana, no ha tenido oportunidad alguna de reaccionar. En esta ocasión no han servido los trucos legales de los últimos 10 años. Schreiber se encuentra ya en prisión preventiva en Alemania, en el mismo centro que en su día fuera el lugar de internamiento de uno de sus sobornados, el ex secretario de Defensa bávaro, Ludwig-Holger Pfahls.

Un escándalo que llega hasta las más altas esferas democratacristianas. ¡Siga leyendo!

Kanzler Helmut Kohl 1982
El ex canciller Helmut Kohl, renunció a su cargo de presidente honorífico de la CDU a raíz del escándalo.Imagen: AP

Hasta las más altas esferas de la CDU

"La comisión de investigación contó en su día sólo con dos agendas de Schreiber, la de 1991 y la de 1994", lamenta en una entrevista concedida al diario Tagesspiegel Frank Hofmann, diputado socialdemócrata bávaro y miembro del gremio que investigó el llamado "escándalo de los donativos" en torno a la CDU de Helmut Kohl. 1991 y 1994 fueron los años que pudo confiscar la Justicia alemana, los restantes acompañaron a Schreiber en un su huída a Canadá.

Sin embargo, porque el prófugo acabó envuelto junto al Gobierno de su país de acogida en otro caso de corrupción, aquellos calendarios cayeron en manos de agentes canadienses y el contenido de algunas de sus páginas trascendió desde el otro lado del Atlántico. Las anotaciones son apuntes contra la pérdida de memoria- también contra la que pudiera afectar al ex canciller Kohl y a otros miembros de su Gobierno. Por ejemplo, "¡Carta Kohl!", "¡Carta para canciller!", o cantidades de dinero junto a algunos nombres, entre ellos, "Maxwell", el apodo de Max Strauß, el hijo del primer ministro bávaro.

Además, llaman la atención algunas coincidencias. Poco después de que Leisler Kiep, el tesorero democratacristiano detenido en 1999, recibiera el millón de marcos, el grupo Thyssen envió un suministro de tanques a Arabia Saudita. Tras la entrega de un donativo de 100.000 marcos, que Wolfgang Schäuble cobró en persona, el entonces jefe del grupo parlamentario de la CDU dejó caer ante el Gobierno canadiense alguna que otra palabra a favor de la apertura de una fábrica de vehículos militares de Thyssen en territorio del país norteamericano.

La existencia de dinero "de procedencia desconocida" en las arcas de la CDU salpica hasta al que fuera su presidente honorífico y canciller más vitoreado, Helmut Kohl. La prensa le acusa no sólo de saber de la existencia de cuentas democratacristianas en paraísos fiscales, sino también de haber hecho conscientemente uso de los fondos en ellas contenidos para financiar las campañas electorales del partido. Kohl hace tiempo que se retiró de la política. Schäuble sigue siendo hoy ministro del Interior, ahora el el gabinete que dirige la sucesora del ex canciller, Angela Merkel.

¿Un escándalo por otro?

Este 27 de septiembre se celebran elecciones parlamentarias en Alemania y no es ningún secreto que el panorama se pinta negro para el Partido Socialdemócrata (SPD), más bien negro y amarillo, los colores de la coalición de democratacristianos y liberales que, según las encuestas, tendría las papeletas necesarias para conformar el próximo gobierno del país.

A la mala marcha de la intención de voto se le suma lo que es un "mini escándalo" en comparación con el asunto Schreiber, pero que no deja de ser un motivo de indignación ciudadana: las vacaciones en coche oficial de la ministra de Sanidad, la socialdemócrata Ulla Schmidt.

Schreiber no ha tardado en tildar su extradición de "motivada políticamente". "Los socialdemócratas ya han ganado tres elecciones gracias a mi caso", declaró a su llegada al centro de extradiciones de Toronto.

Escribe el magazín Spiegel que ha sido una compañera de filas de Schmidt, Brigitte Zypries, quien ha presionado ante las autoridades canadienses para que la entrega se llevase a cabo lo antes posible, y "el proceso contra Schreiber pueda proseguir de una vez por todas". Sin embargo, no por encontrarse en periodo de campaña electoral deja Zypries de ser la actual ministra de Justicia.

El momento de revolver en el baúl de los escándalos y recordar los turbulentos años 90 es propicio para el SPD y puede servir para desviar la atención del votante hacia los errores del otro, pero también es cierto que, hasta ahora y debido al proceso abierto contra Schreiber en Canadá, los investigadores norteamericanos habían requerido de su presencia en el país. Sólo a partir de este 28 de julio quedaba el acusado a disposición de Alemania.

Autora: Luna Bolívar Manaut

Editor: José Ospina Valencia