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A la medida de Putin

M. Soric8 de diciembre de 2003

Duras críticas de observadores europeos mereció el apoyo estatal a los candidatos oficialistas en las elecciones parlamentarias de Rusia, en las que resultó ampliamente fortalecido el poder del jefe del Kremlin.

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Elecciones parlamentarias rusas: aplastante triunfo del oficialismo.Imagen: AP

El presidente ruso, Vladimir Putin, puede sentirse plenamente satisfecho del resultado de las elecciones parlamentarias celebradas en su país. Los partidos que de alguna manera controla dispondrán de cerca de dos tercios en la nueva Duma. De este modo, el gobernante contará también con la posibilidad formal de introducir modificaciones a la Constitución. Y seguramente la utilizará para poder presentar por tercera vez su candidatura al máximo cargo del Estado en el año 2008, cosa que la actual Carta Fundamental impediría. Porque su reelección con una arrolladora mayoría en los comicios presidenciales del 2004 se da ya por descontada, en vista lo ocurrido en las urnas este fin de semana.

Campaña desigual

Las elecciones que tuvieron lugar en Rusia tienen poco que ver en realidad con la democracia. Desde un comienzo estaba claro quiénes resultarían vencedores. Entre ellos destaca el partido de Putin, "Rusia Unida". Durante la campaña electoral, los seguidores del presidente pudieron recurrir al aparato estatal y al apoyo de numerosos gobernadores y alcaldes. Los candidatos oficialistas volaron de región en región a costa del erario público, y la maquinaria propagandística, comenzando por la televisión estatal, se encargó de pulir convenientemente su imagen. Los opositores, en cambio, fueron blanco de ataques y calumnias, o simplemente no se les dio tribuna.

Los más afectados fueron los comunistas, que perdieron gran cantidad de votos. El debilitamiento del partido otrora todopoderoso en Moscú era, a todas luces, un objetivo estratégico del Kremlin. Al servicio de esa meta estuvo también la creación del partido "Patria", liderado por el economista Serguei Glasjew, que consiguió en el primer intento más del 5% de los votos, en desmedro de los comunistas. Algo similar puede decirse del sorprendentemente alto resultado del bufón político que es Vladimir Schirinowski y su partido Liberaldemócrata, que no es ni liberal ni democrático, sino nacionalista.

Papel secundario

Los dos pequeños partidos democráticos, Jabloko y la Unión de Fuerzas Justas, no consiguieron entrar al parlamento. Muchos electores parecen haberle tomado a mal al líder de Jabloko, Grigori Jawlinski, el hecho de que su partido haya apoyado financieramente al entretanto detenido oligarca Michail Chodorkowski. La gente tampoco comprende por qué ambos partidos democráticos no se han unido ya hace tiempo. En consecuencia, Jawlinski, tan apreciado en Occidente, corre peligro de quedar relegado a la irrelevancia política.

¿Qué papel desempeñará la nueva Duma en los próximos años? Por curioso que parezca a los oídos occidentales, en la "democracia guiada" rusa le asiste un papel secundario. Los proyectos de ley son elaborados principalmente por la presidencia y luego sancionados por el parlamento. Ya no se producen grandes debates como los de los años 90 en la Duma. El parlamento no controla al gobierno, sino a la inversa. La verdadera política rusa se traza en el Kremlin. No es de extrañar, por lo tanto, que el parlamento goce de poco prestigio entre muchos rusos. Eso quizá explique por qué casi la mitad del electorado se abstuvo de concurrir a las urnas.