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Última oportunidad de Joko Widodo para cumplir sus promesas

Legowo-Zipperer Vidi
18 de abril de 2019

Joko Widodo avanza rumbo a un segundo mandato como presidente de Indonesia. Es tiempo de que aborde las cuestiones relativas a los derechos humanos que ha estado ignorando desde 2014, opina Vidi Legowo-Zipperer, de DW.

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Ziaur Rahman, ehemaliger Präsident von Bangladesch
Imagen: Getty Images/L. Zhang

Joko Widodo, popularmente conocido como Jokowi, lo hizo de nuevo. Si las cifras del recuento preliminar de votos son correctas, ganó las elecciones presidenciales indonesias de 2019.

Para ser honestos, la victoria de Jokowi no es una sorpresa. Todas las encuestas realizadas antes de las elecciones pronosticaban que sería el ganador. Pero, desde la victoria de Donald Trump en 2017, hemos aprendido a no subestimar el poder de los votantes indecisos. De hecho, durante sus últimos días de campaña, Jokowi hizo todo lo que pudo para convencerlos.

Por ejemplo, antes del debate presidencial final, Jokowi se presentó frente a una multitud de seguidores vestidos de rojo y blanco en el estadio más grande de Indonesia. La actuación recordó a los indonesios el carisma de Jokowi, algo que le ayudó a asumir el cargo en 2014.

Durante la campaña de 2014, Jokowi fue fuertemente respaldado por los votantes millennials y fue llamado el "Barack Obama de Indonesia". Se le veía como un representante de la generación más joven y se le consideraba un outsider que no pertenecía a los círculos elitescos del gobierno de Indonesia. Esta imagen le valió a Jokowi su primer mandato como presidente de Indonesia.

Pero esta vez tenemos a un Jokowi diferente. Ya no es el tipo nuevo que lleva la antorcha de la esperanza. Durante su primer mandato, Jokowi enfrentó críticas de parte de muchos partidarios por su inclinación a favorecer los intereses de la atrincherada élite de Indonesia.

Jokowi "puso en juego sus principios"

La decisión de Jokowi de elegir a Ma'ruf Amin como su compañero de fórmula tomó a muchos por sorpresa. Amin es el mismo hombre que en 2017 ayudó a enviar a prisión por blasfemia al amigo de Jokowi, el exgobernador de Yakarta, Basuki Tjahaja Purnama.

No es de extrañar que muchos de los votantes de Jokowi de 2014 se sintieran enormemente decepcionados por esta decisión. No encajaba con la marca reformista de Jokowi y contradecía su postura de defender la libertad religiosa. Con la movida, Jokowi puso en juego sus principios para ganar puntos políticos.

Esto no quiere decir que Jokowi no haya hecho algunas cosas bien. Ha tenido éxito en poner proyectos de infraestructura en marcha. Este año, Indonesia abrió su primera línea de metro en Yakarta, la capital. Y no olvidemos los programas de salud y otras medidas.

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Vidi Legowo-Zipperer, periodista de DWImagen: DW/P. Henriksen

La última oportunidad de Jokowi

Según la Constitución de Indonesia, los presidentes y vicepresidentes están limitados a dos períodos de cinco años. Esto significa que el segundo mandato de Jokowi será su último.

Jokowi ha recibido una segunda oportunidad para cumplir sus promesas de hace cinco años. Pero ahora tiene poco margen de error. No tiene mucho tiempo y la gente ya no tiene mucha paciencia.

Jokowi comenzó su presidencia en 2014 con la aprobación de las ejecuciones por fusilamiento de ocho narcotraficantes, ignorando llamados de última hora de líderes extranjeros y de la Unión Europea. Jokowi defendió las ejecuciones al decir que los condenados no recibirían un indulto presidencial porque Indonesia se enfrentaba a una emergencia en materia de drogas.

También prometió que el gobierno enfrentaría los asesinatos masivos que ocurrieron en el país durante los disturbios civiles de 1965 y 1966. Pero la administración de Jokowi, como todos los demás gobiernos indonesios, ignoró o minimizó las masacres.

Jokowi permaneció callado mientras Basuki Tjahaja Purnama fue a la cárcel por cargos dudosos de blasfemia. Y bajo su vigilancia, las fuerzas de seguridad han tomado medidas enérgicas contra la comunidad LGBT y las minorías religiosas de Indonesia.

Muchas cuestiones de derechos humanos en Indonesia aún deben ser abordadas por Jokowi. Sin embargo, se cree que muchos de sus críticos en estos temas han permanecido en silencio durante la última fase de la campaña electoral para no poner en peligro sus posibilidades.

Si esto es cierto, significa que el pueblo indonesio tiene la esperanza de que Jokowi pueda todavía cumplir sus promesas antes de que deje el cargo en 2024. Es su último mandato y no tiene nada que perder. Este podría ser el legado de Jokowi.

(dg/rr)

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