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Vuelos baratos: ¿multa a aerolíneas de bajo costo?

David Ehl
2 de septiembre de 2019

Un ministro propone “una multa ecológica" a aerolíneas que vendan vuelos por menos de € 50. La realidad es que muchos boletos salen más caros de lo que sugieren las ofertas. ¿Qué tan barato es volar en Europa y por qué?

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Imagen: picture-alliance/dpa/A. Arnold

La lista de los diez mayores generadores de CO2 en Europa la lideran los contaminadores tradicionales: las plantas de energía eléctrica a base de carbón, de las cuáles siete se encuentran en Alemania. Sin embargo, el décimo lugar  no lo ocupa ningún productor de electricidad, sino la segunda aerolínea más grande de Europa, la irlandesa Ryanair.

Con solo dos viajes aéreos intraeuropeos al año, cada pasajero produce más de la mitad de las 2,7 toneladas de CO2 que, según el Consejo científico del Gobierno alemán, es el presupuesto anual máximo sostenible per cápita. Con precios bajos, Ryanair contribuye significativamente a que en Europa, y en todo el mundo, muchas personas opten por el avión.

Los boletos se han vuelto más caros

Las aerolíneas de bajo costo son, realmente, un producto de la UE, que desde 1987 liberalizó el tráfico aéreo europeo y permitió a operadores privados ingresar a la competencia. Pero son ya varias compañías las que han quebrado por no poder resistir la competencia de los precios bajos, como Air Berlin, Germania o WOW Air.

Además, los boletos de avión ya se han vuelto más caros, confirma a DW Frank Fichert, profesor de turismo y transporte en la Universidad de Worms. "Es un error pensar que todo vuelo en Ryanair cuesta aún 9,99 euros", dice. "Ese bajo precio solo lo pagan unos pocos, que entonces tienen que pagar mucho más por el vuelo de regreso”. Con boletos más caros las aerolíneas financian los pocos vuelos baratos que les sirven como anzuelo para atraer clientes.

El precio promedio por vuelo en Ryanair es hoy de 40 euros. Con equipaje y reserva obligada de silla, "si usted vuela de ida y vuelta con Ryanair, paga unos 110 euros", calcula Fichert.

Gravar los vuelos, pero ¿cómo?

Las operaciones de vuelo implican costos fijos muy altos, por los aviones, el personal y el combustible. Por lo tanto, las aerolíneas solo pueden trabajar de manera rentable si los aviones van llenos. Según Fichert, los costos per cápita, como las tarifas aeroportuarias, solo representan una pequeña parte del precio del boleto. Alemania aplica un impuesto de aviación de € 7,38 en vuelos cortos y hasta € 41,49 en rutas transoceánicas.

A esto se suma, que en Alemania el impuesto al valor agregado (IVA) a vuelos nacionales es del 19%. Los vuelos al extranjero están exentos del IVA, dado que los viajes aéreos son principalmente un negocio internacional en el que se le dificulta al fisco imponer gravámenes. Si Alemania aplicara un IVA a los vuelos internacionales, perdería su competitividad frente a sus rivales como, Ámsterdam, París o Bruselas.

Un IVA a nivel europeo conllevaría desventajas para diversos países. "Grecia, por ejemplo, perdería la competencia turística frente a Turquía”, agrega el experto. Esto ya ha sido examinado por la Comisión de la UE. Y para tomar decisiones fiscales en la UE rige el principio de la unanimidad. Así que, si un país se opone, es imposible introducir un impuesto. 

La clave de Greta: volar y proteger el clima

Introducir un impuesto a los vuelos aumentaría los precios. Una reducción del tráfico aéreo frenaría el impacto negativo de la aviación en el clima. La industria de la aviación está creciendo fuertemente en todo el mundo, y a partir de 2020 quiere que su crecimiento sea neutral, en términos climáticos. Sin embargo, los aviones eléctricos, los combustibles regenerativos o los procesos de energía líquida que producen combustible sintético de bajo consumo aún se encuentran en etapas primarias.

En ausencia de alternativas a los combustibles fósiles listas para el mercado, la reducción del efecto invernadero se puede hacer a través de la compensación de CO2, opina Fichert. Las aerolíneas pagarían a un fondo para reforestar los bosques, ampliar el uso de energías renovables o implementar otras medidas amigables con el medio ambiente. Pero hasta que se desarrollen estos proyectos pasará mucho tiempo en el que se seguirá contaminando la atmósfera con cada vuelo. Un impuesto punitivo a las empresas que vendan vuelos baratos no cambiaría la situación. Por lo que Frank Fichert concluye que "en una economía de mercado no se le pueden dictar los precios a las empresas".

(jov/cp)

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