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Cumbre en Bruselas

29 de octubre de 2010

La canciller alemana “se marcha contenta a casa”: una parte de la propuesta franco-germana para un mecanismo de emergencia que proteja al euro ha sido aceptada. ¿Cuánto sentido tiene esta “victoria" de Angela Merkel?

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La canciller alemana, Angela Merkel, después de la Cumbre en Bruselas.Imagen: AP

Uno de los resultados de dos jornadas de Cumbre entre los 27 jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea en Bruselas es el encargo al presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, para que explore las vías para una reforma limitada del Tratado de Lisboa- el último de los acuerdos comunitarios entrados en vigor- que permita convertir en permanente el fondo de rescate del euro que fue aprobado en colaboración con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en mayo de 2010.

“Para que nunca se repita esa crisis y para que, si se repitiese, no tenga que ser pagada por el contribuyente”, explicó la canciller alemana, Angela Merkel, al concluir el encuentro. Se trata de instituir como permanente un mecanismo que en caso de futuras crisis evite los descalabros que las dificultades griegas causaron en la UE y de permitir que la banca y los acreedores privados participen en ello. “Me voy contenta a casa”, declaró la mandataria a la prensa tras un encuentro en donde -a pesar de que en un principio parecía reinar el "todos contra Merkel”- logró imponer por lo menos una parte de lo que había preparado junto con el presidente francés, Nicolás Sarkozy.

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El “deal de Deauville”, 18 de octubre de 2010.Imagen: AP

El deal de Deauville

Crear el fondo permanente era el cometido de la canciller venida de Berlín, pero para ello se hace necesario reformar el tratado que actualmente rige la vida comunitaria de la UE. París, por su parte, quería evitar que el Consejo se decidiera a favor de sanciones automáticas para los que gobiernos incumplidores con las reglas del Pacto de Estabilidad. En un encuentro galo-germano anterior a la Cumbre, celebrado en la localidad francesa de Deauville, Merkel asumió la postura de Sarkozy de oponerse al automatismo de los castigos y éste comenzó a apoyarla en su intención de modificar el tratado. El “deal de Deauville” llaman los analistas a este pacto.

Con dicha propuesta conjunta, acompañada por la idea de instaurar una suspensión de voto a los países que violen repetidamente los márgenes de déficit presupuestario, entró la “dama germana” a la Cumbre. Los socios comunitarios estaban enojados por la forma en que habían logrado esa unidad de posturas e indignados por la propuesta de quitar el derecho a voto a un socio, un mecanismo previsto sólo para las violaciones de los principios democráticos.

Unas reglas que nadie cumple

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El presidente francés, Nicolas Sarkozy, en conferencia de prensa, se dice satisfecho con la Cumbre.Imagen: AP

Según Alois Berger, columnista de la emisora de radio alemana Deutschlandfunk, el quitarle a un socio el derecho a votar equivale a una humillación tal que “ningún gobierno del mundo podría entender como una simple medida técnica”. Según este experimentado observador de la política comunitaria, da exactamente igual si la medida se incorpora o no al texto del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), pues “es un castigo que nadie nunca impondrá”. La pregunta es, entonces, para qué la propuesta de la canciller: “Quizá se trataba de colocar primero el precio alto, para lograr finalmente sanciones con más sentido”.

Las reglas del PEC establecen que los socios comunitarios deben mantener su déficit público por debajo del techo límite del 3 por ciento del PIB, y la deuda pública no debe sobrepasar el 60 por ciento del mismo. No obstante, casi nadie en la UE se ha mantenido fiel a estos requisitos. Precisamente, según el comisario de Economía de la Unión, Olli Rehn, la falta de disciplina en el cumplimiento del pacto es uno de los motivos del endeudamiento de Grecia, cuya crisis estalló en abril pasado y contagió a otras economías del euro, como Portugal y España.

Extinguiendo fuegos

De un éxito más bien magro hablan otros analistas, pues no ven en la creación de este fondo para casos de emergencia un real aporte a la estabilidad de la moneda única: medidas restrictivas que eviten crisis como la griega tendrían más efecto. En ese sentido van las críticas del líder de los socialdemócratas alemanes, Sigmar Gabriel: “Crear un cuerpo de bomberos es bueno, pero prohibir jugar con el fuego habría sido más importante”, declaró el ex ministro de Medio Ambiente. “En vez de elaborar conceptos para sanciones y el retiro del derecho al voto, necesitamos una idea de cómo configurar una política económica comunitaria”, criticó.

¿Protegiendo al contribuyente?

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Consejo de la UE, Bruselas, 28 y 29 de octubre de 2010.Imagen: AP

Con todo, que los contribuyentes alemanes hayan tenido que salir al paso en la crisis y tengan que sufrir las medidas de ahorro en carne propia son percibidos como injustos por la población, que castiga al Gobierno cristianodemócrata-liberal con unos bajísimos índices de popularidad. Por ello, dicen otros expertos, Angela Merkel libró esta vez su lucha en Bruselas más por su propio Ejecutivo que por Europa, el euro y Alemania. "La gente pide legítimamente no ser la única que pague esta crisis, y que la factura corra a cargo de otros", subrayó la canciller ante la prensa.

Este último punto ha sido alabado por los ecologistas europeos, para quienes la decisión de poner el mecanismo en un sólido contexto legal es un paso adecuado; lamentan, sin embargo, que los jefes de Estado y de Gobierno europeos no hayan seguido la propuesta de la Comisión de instaurar un mecanismo automático de sanciones: “eso habría fortalecido la función preventiva del PEC a través de medidas correctivas y no lo dejaría ser víctima de oportunismo político”, dicen los ecologistas Rebecca Harms y Daniel Cohn-Bendit en un comunicado.

Todavía está por verse

Como fuere, el Consejo Europeo volverá a este tema en su reunión de diciembre. En ella, tendrá que tomar la decisión final tanto respecto al bosquejo de un mecanismo de crisis como en cuanto a la enmienda limitada al tratado comunitario, antes de que cualquier cambio pueda ser ratificado a más tardar a mediados del 2013. Y con todo, Hermann van Rompuy, presidente permanente del Consejo, se muestra optimista: “estamos ante un sólido pacto para fortalecer el euro; nos enfrentamos a una de las decisiones más importantes que se han tomado en los últimos meses”.

Autor. Mirra Banchón (dpa/epd/ebs/efe/dlr)
Editora: Luna Bolívar Manaut