El horno de la panadería bonaerense Artiaga se mantiene encendido desde hace casi un siglo. Antes de adaptarlo al gas, Antonio Rodríguez lo alimentaba con madera. Cuando llegó a Argentina, siendo todavía un niño, descubrió en la panadería su gran pasión. Panes, facturas o galletas: sus recetas sobrevivieron el paso del tiempo, de generación en generación.