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Turquía: terreno difícil para Merkel

Emilia Rojas Sasse4 de octubre de 2006

Con las tensiones en el proceso de acercamiento de Ankara a la Unión Europea como telón de fondo, Angela Merkel tendrá que sortear delicados escollos en su primera visita como canciller alemana a Turquía.

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Turcos agitan banderas de su país y la UE.
Las expectativas turca de ingreso a la UE marcarán la visita de la canciller alemana.Imagen: AP

La visita de Angela Merkel a Turquía no será un paseo apacible. La debacle diplomática que provocó en vísperas de su viaje la decisión de Ankara de retirar la invitación a una delegación del Parlamento Europeo, por negarse a excluir del grupo a un europarlamentario chipriota, demuestra cuán poco fluido está resultando de momento el diálogo entre Ankara y Bruselas. El asunto es candente, en vista de que en noviembre se espera un informe sobre los avances turcos en materia de reformas, con miras a un posible inicio de negociaciones de adhesión a la UE. Y por ahora la evaluación no está resultando muy positiva para Turquía, a la que se reprocha haber perdido el impulso en lo tocante a las reformas dirigidas a resguardar la libertad de prensa, los derechos de las mujeres y las minorías, y otros puntos claves en un estado de derecho.

Las aspiraciones de Turquía de sumarse al club europeo ocuparán con seguridad un lugar importante en las conversaciones de la gobernante alemana, aunque no sea precisamente un tema agradable para ella. De sobra se conoce en Ankara su posición personal al respecto, desde el tiempo en que actuaba como líder de la Unión Cristianodemócrata en la oposición. Angela Merkel abogaba en ese entonces porque la UE ofreciera a los turcos una "asociación privilegiada " y no un cupo con plenos derechos. Pero los tiempos han cambiado y ahora, como jefa de gobierno, defiende el cumplimiento de los compromisos contraídos.

El nudo gordiano de Chipre

En Ankara se aprecia que la canciller se mantenga firme en este punto, pese a las críticas de sus propios correligionarios. No obstante, también hay conciencia de que no cabe esperar grandes concesiones de su parte. Con la misma firmeza con que se atiene a los acuerdos ya adoptados, Merkel exige el pleno cumplimiento turco de las condiciones impuestas por Bruselas para llegar a iniciar negociaciones. Por lo pronto, en círculos gubernamentales de Berlín se afirma que no cederá un milímetro en cuanto a que la ampliación de la unión aduanera pactada entre Turquía y la UE debe valer para todos sus miembros, incluyendo a Chipre. Una demanda que complica por razones de política interna al gobierno del primen Recep Tayyip Erdogan, que exige levantar primero las restricciones aplicadas por los europeos a la república turco-chipriota, sólo reconocida por Ankara.

Para Merkel sería importante lograr desatar ese nudo gordiano antes de que le corresponda a Alemania el turno de asumir la presidencia de la UE, el año entrante. Para Erdogan, en cambio, las expectativas apuntan a conseguir de la canciller alemana una señal favorable para las ambiciones de adhesión a la Unión Europea. Es también lo que espera la mayoría de los turcos residentes en Alemania, que suman casi 2,5 millones.

Buenos vientos económicos

Igualmente el sector económico apuesta por allanar el camino de Ankara a Bruselas y, de hecho, en este terreno las cosas avanzan con bastante mayor agilidad que en el campo político, Los indicadores son promisorios, ya que la economía turca viene creciendo a un ritmo de entre 6 y 9% anuales, si bien persisten algunos problemas estructurales y el déficit fiscal no ha sido subsanado. En todo caso, no hay grandes problemas que perturben sus relaciones económicas con Alemania, que desde 1984 ocupa el primer lugar como socio comercial de Turquía.

Éste será por consiguiente uno de los capítulos más gratificantes de la visita de Merkel. Pero los propósitos de su viaje no se agotan con esto: incentivar el diálogo entre las culturas y las religiones es otro de sus cometidos importantes, tanto más después de las irritaciones relacionadas con la conferencia del Papa en Ratisbona. También la canciller alemana sabe que Ankara puede cumplir un papel importante como puente entre el mundo musulmán y Occidente, un aspecto que siempre han utilizado como argumento los partidarios de su incorporación a la Unión Europea.