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Trump, de cara a May y de espaldas a Europa

Michael Knigge
27 de enero de 2017

El nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibe este viernes (27.1.2017) a la primera ministra británica, Theresa May. La relevancia del encuentro va más allá de lo simbólico para ambos países y para Europa.

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Theresa May besucht die USA
Imagen: Getty Images/C. Furlong

Considerando que Estados Unidos y Gran Bretaña tienen una historia en común y una visión de mundo similar, no es de extrañar que la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, sea la primera invitada extranjera del nuevo ocupante de la Casa Blanca, Donald Trump. Lo que le da un carácter especial a un encuentro más bien rutinario son las extraordinarias circunstancias que lo rodean.

Trump no sólo celebró públicamente la decisión de la isla de abandonar la Unión Europea, tomada en las urnas por la mayoría de sus habitantes, sino que presentó su propio triunfo en las elecciones presidenciales de noviembre de 2016 como la versión estadounidense del "brexit”. Por su parte, May enfrenta el reto de deslindar a su país del bloque comunitario sin que el barco haga agua.

Intereses comunes

"Ambos tienen un gran interés en que la cita salga bien", comenta James Goldgeier, buen conocedor de las relaciones exteriores de Estados Unidos, al ser consultado por DW sobre la reunión que tiene lugar este viernes (27.1.2017). "Es de suponer que, por lo menos en apariencia, el encuentro dejará una buena impresión, a pesar de que no hay grandes temas en la agenda común”, acota Goldgeier.

Aunque Trump ha tomado varias decisiones de peso en su primera semana de gestión, nadie espera grandes anuncios de cara a Gran Bretaña. Lo más probable es que ambos mandatarios confirmen su intención de suscribir un acuerdo bilateral de libre comercio. Bastaría que May dijera que hubo progresos en ese ámbito para que el "brexit” fuera menos doloroso para sus compatriotas.

Lo importante es la enunciación del plan; el hecho de que su consumación tarde varios años es secundario, sostiene Dan Reiter, politólogo de la Universidad de Emory, en Atlanta. Gran Bretaña no podrá firmar nuevos tratos comerciales hasta que no se separe completamente de la Unión Europea. Pero la cita Trump-May también tiene efectos políticos concretos, no sólo simbólicos.

La tarea de Merkel

La intensificación de la integración comunitaria había sido un objetivo constante de la política exterior estadounidense. "Ahora es posible que el nuevo presidente rompa con esa tradición y se muestre indiferente de cara a Bruselas”, dice Theodore Bromund, experto en relaciones anglo-estadounidenses de la Fundación Heritage, un think tank de corte conservador con sede en Washington.

Es oportuno aclarar, sin embargo, que si May y Trump emiten mensajes entre líneas, la Unión Europea no es la única destinataria: "Esta reunión da a entender que Trump rechaza el tipo de globalización encarnado por el club de los 28 y que simpatiza con los mandatarios que comparten su perspectiva del mundo”, señala Reiter. ¿Cabe esperar que él deje de ver a la UE como una entelequia superflua?

Eso está por verse. Muchos temen que el nuevo "hombre fuerte” de Washington opte más bien por respaldar a otros Estados dispuestos a salirse de la UE o por auspiciar el nacionalismo en el Viejo Continente. "Esa sería una decisión infeliz tanto para Europa como para Estados Unidos”, asegura Goldgeier, enfatizando que la canciller de Alemania, Angela Merkel, tiene en sus manos la misión de hacerle entender a Trump la historia y el funcionamiento del bloque, así como la importancia de la UE para el "gigante norteamericano”.