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Un consorcio inglés de minería quiere establecer una extracción de mena a 50 kilómetros de Jokkmokk. Sin pensárselo mucho, a los inversionistas les prometió que allí no había gente, que era un lugar inhóspito. Los habitantes de la zona, como los sami, temen ahora que la mina incida negativamente en los prados de sus renos, sus bosques y el agua potable. Pero el consorcio no sería el primero en imponer su voluntad a costa de los sami.