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Semana Verde en Berlín: ¿comemos solo porquerías?

Sabine Kinkartz
19 de enero de 2018

La producción de alimentos en Alemania ha caído en descrédito. ¿Qué tiene que cambiar? Esto es motivo de debate en la Semana Verde de Berlín.

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Semana Verde de Berlín, del 20 al 29 de enero de 2018Imagen: picture alliance / Ralf Hirschberger/dpa-Zentralbild/ZB

¿Qué comemos y cómo lo producimos? Con casi 9 mil millones de habitantes en el mundo, la nutrición es uno de los temas más importantes, y un mega-negocio.

La agroindustria está en auge y, con 1.660 expositores de 66 países, más compañías internacionales que nunca están representadas en la Semana Verde de Berlín que tiene lugar del 20 al 29 de enero. Las especialidades de todos los continentes y las comidas y bebidas regionales llenan aproximadamente dos tercios del espacio de exhibición. Las 26 salas están completamente ocupadas.

La Semana Verde es también un foro de política agrícola. Más de 70 ministros de Agricultura de todo el mundo vienen a Berlín. Aquí se discute cómo se concilian el desarrollo, la nutrición y la protección del medio ambiente. La desnutrición tiene dos caras: en algunos países subdesarrollados, la gente se muere de hambre, mientras en algunos países industrializados se mueren por comer demasiado, o mal. 

Demasiada azúcar, grasa y sal

Demasiado dulce, demasiadas calorías, muy pocos nutrientes: muchos alimentos procesados industrialmente lo vuelven adicto, gordo y arruinan la salud del consumidor.  Coincidiendo con la Semana Verde, el grupo parlamentario socialdemócrata (SPD) del Bundestag aprobó una iniciativa para exigir a médicos, seguros de salud, organizaciones de salud y consumidores establecer límites para el azúcar, la sal y las grasas en alimentos procesados.

Una idea que ha enfurecido a la industria alimentaria alemana, que aumentó su facturación en 2017 en un 5,7%, a 181 mil millones de euros. "No se puede afirmar que lo que el consumidor come hoy es una porquería”, se queja Christoph Minhoff, director ejecutivo de la Asociación Federal de la Industria Alemana de Alimentos (BVE).

El cliente decide

Para Minhoff, la demanda del SPD "no es conveniente”. Según el mismo, dicha propuesta coartaría la libertad empresarial y las recetas representan el valor de la empresa". El 53% de los clientes conoce lo que compra, dice, por otra parte, una encuesta. Los socialdemócratas del SPD piden, además, que la cría de animales tiene que corresponder al espacio del que disponen. Así, se deberían tener solo tantos cerdos, vacas o pollos como los terrenos cultivables puedan absorber el estiércol de abono.

Una propuesta que le encanta a los ambientalistas y activistas por los derechos de los animales, pero también a los encargados de los acueductos municipales. "La sobrecarga del estiércol proveniente de la cría de animales amenaza con contaminar las aguas subterráneas que usamos para beber”, advierte Olaf Schröder, de la Asociación de Aguas de Peine, en Baja Sajonia.

Glifosato. ¿Al fin qué?

En 2017 la UE extendió la autorización del glifosato por cinco años. Sin embargo, la ministra de Medio Ambiente, Barbara Hendricks, señala que la decisión de la UE no significa automáticamente que el glifosato también tenga futuro en Alemania.

Durante las conversaciones exploratorias sobre una gran coalición, el SPD plasmó en una probable futura agenda el fin definitivo del uso del glifosato en la agricultura alemana.

Sabine Kinkartz (jov/er)