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¿Se convertirá el sur de Inglaterra en el nuevo Burdeos?

17 de mayo de 2011

La industria vinícola europea es líder mundial. Alrededor del 60% de los vinos proceden de Europa. Pero la competencia aumenta. También influye el cambio climático, que plantea nuevos retos a los viticultores.

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Viticultor en Sudáfrica: competencia creciente para Europa.Imagen: CC/World Bank/John Hogg

Se avecinan tiempos difíciles para los productores del Beaujolais francés, del Riesling alemán y del Lambrusco lombardo. Las variedades de uva siguen creciendo en los lugares de donde son originarias. Pero el cambio climático desplaza y multiplica las zonas aptas para la viticultura. Temperaturas en ascenso, periodos de sequía más largos y escasez de agua: circunstancias a las que deben adaptarse los viticultores.

En Europa, por ejemplo, países como Dinamarca, Suecia, Gran Bretaña, Polonia y Ucrania constituyen nuevas posibles regiones vinícolas. A nivel global, también lo son Argentina, Nueva Zelanda y Canadá. Incluso China lucha por incorporarse al mercado internacional. El gigante asiático cuenta ya con hasta cinco zonas de producción, principalmente en el norte del país.

¿El final del vino blanco?

Bewässerung von Weinbergen
La sequía obliga a los viticultores a regar sus viñas.Imagen: BMU / H.-G. Oed

Hace ya algún tiempo que Herbert Formayer, investigador del medio ambiente en la Universidad para el Cultivo del Suelo de Viena, constató esta masiva ampliación de las regiones vinícolas. El científico está especializado en los efectos del cambio climático sobre la viticultura. Según Formayer, las alteraciones tendrían una influencia directa sobre la uva: "el azúcar se forma más rápidamente con el calor, lo que supone que el momento de iniciar la cosecha cambia y obliga al viticultor a adaptarse". Dicho llanamente: un verano más cálido avanza la época de recolección.

Los efectos concretos del cambio climático sobre la viticultura, sin embargo, dependen también de la variedad de uva. Como norma general, las condiciones ideales para la vid pasan por veranos cálidos y secos e inviernos suaves y lluviosos. Sin embargo, a diferencia de la uva roja, las variedades de uva blanca soportan peor el calor y resisten condiciones más duras y frías. El calentamiento global tiene como consecuencia que las condiciones para el vino tinto sean cada vez mejores, justo lo contrario que para el vino blanco. Además, el cambio climático contribuye a la extensión de nuevas enfermedades y parásitos que plantean nuevos problemas a los viticultores.

Temor de los viticultores por sus especialidades regionales

También los viticultores alemanes experimentan los efectos del cambio climático. Aquí crecen ya también variedades de uva roja meridionales como Merlot o Cabernet Sauvignon. Por contra, regiones de cultivo de variedades blancas se desplazan cada vez más hacia zonas más septentrionales y frías. El límite de tolerancia se sitúa en uno o dos grados. "En el peor de los casos", explica Formayer, "los viticultores deben tomar la decisión de abandonar una vieja variedad para dar paso a una nueva". El científico menciona como ejemplo el "Schilcher", un vino rosado que solo se produce en Steiermark, Austria. "Si continúa el avance del cambio climático, llegará el momento en que ya no se podrá cultivar el tipo de uva con el que se produce el 'Schilcher'", según Formayer.

Edelfäule an Riesling-Weinberen
El cambio climático trae nuevos parásitos y enfermedades.Imagen: CC/Tom Maack

No solo las regiones vinícolas europeas deben afrontar los retos derivados del calentamiento global. También los viticultores de otras regiones del planeta experimentan sus efectos. "Se registran precipitaciones en épocas del año que antes eran secas", lamenta Petra Mayer, portavoz de "Vinos de Sudáfrica" (WOSA, por las siglas en inglés). "Esto puede provocar la putrefacción de la uva durante la cosecha", afirma Mayer. La consecuencia: los viticultores deben recolectar la uva inmediatamente, algo que no siempre se consigue al completo, dado que en Sudáfrica la cosecha sigue realizándose generalmente a mano. Una solución pasaría por el uso de máquinas, lo que sin embargo provocaría la pérdida de puestos de trabajo y pondría en peligro el aspecto de la sostenibilidad social, según Mayer.

Viticultura y protección de la naturaleza en armonía

Los viticultores sudafricanos apuestan por la sostenibilidad para, cuando menos, realizar su propia aportación a la lucha contra el cambio climático. La asociación "WOSA" trabaja intensamente en este ámbito junto con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF). En 2004 se fundó la "Iniciativa Biodiversidad y Vino". Su meta, conjugar el cultivo de la viña con la protección del medio ambiente. Así, 126.000 hectáreas de terreno han sido declaradas zonas protegidas y taladas las plantas no autóctonas para proteger la vegetación del país. El eucalipto, originario de Australia e Indonesia, por ejemplo, necesita mucha agua, un recurso escaso en Sudáfrica. "Dado que el país genera pocos gases de efecto invernadero, aquí es la huella hídrica mucho más importante que la huella de CO2", explica Petra Mayer. Además, en el marco del proyecto, los viticultores aprenden mucho sobre el significado de la biodiversidad. "El viticultor se subordina a la naturaleza", según Mayer.

Wine Harvest in Stellenbosch, Südafrika
En Sudáfrica, la cosecha sigue siendo en gran medida a mano.Imagen: CC/ferkel

Con el conocimiento contra el cambio climático

También el "Wine Institute" de California apuesta por la formación. La región de la costa oeste de Estados Unidos es responsable del 90% de la producción de vino del país. "El cambio climático ya tiene consecuencias en la fisiología de las plantas, la disponibilidad de agua y en la lucha contra los parásitos. Todo ello comporta cambios en la cosecha y en la calidad", explica la directora de comunicación, Nancy Light, quien remite al "Programa de Viticultura Sostenible de California". Su tarea principal se centra en la transmisión de conocimientos para una mejor comprensión de las consecuencias del calentamiento global. Hasta la fecha, alrededor de 9.000 viticultores y agricultores han recibido formación en el marco del programa. "Los conocimientos les facilitan la adaptación al cambio climático", afirma Light. Además, hay ayudas para impulsar el cambio hacia las energías renovables.

Esfuerzos similares también se llevan acabo en otros países productores. Como, por ejemplo, en Chile, con la ayuda alemana. Allí, seis viñedos colaboran con la Sociedad de Cooperación Internacional (GIZ, por las siglas en alemán) para hacer posible el aprovechamiento de las energías regenerativas, como la solar y la geotérmica. Pequeños pasos dirigidos a garantizar la supervivencia de los viticultores en tiempos del cambio climático. Herbert Formayer está convencido de que habrá cambios en el cultivo de la viña. Eso sí, no cree que Escandinavia y Gran Bretaña puedan convertirse en grandes productores de vino en un futuro cercano: "para eso siguen siendo todavía regiones demasiado frías y húmedas".

Autor: Po Keung Cheung
Redacción: Emili Vinagre