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Se acab el "gran debate" en Francia, ¿qué vendrá ahora?

Elizabeth Bryant
16 de marzo de 2019

La iniciativa de Macron logró reunir a muchos ciudadanos y aumentar su participación. Ahora, sin embargo, le toca pasar de las palabras a los hechos.

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Paris - Gelbwestproteste am Champs Elysees
Imagen: DW/E. Bryant

El viernes (16.03.2019), Francia puso fin a dos meses de debates ciudadanos que pretendían servir de bálsamo inmediato para las heridas abiertas a raíz de las protestas de los "chalecos amarillos”. El mayor desafío, sin embargo, está ahora por venir, dicen los analistas: encontrar una solución para toda una serie de reclamaciones sociales que vienen de mucho antes que el movimiento de protesta.

Para el presidente francés, Emmanuel Macron, quien lanzó el llamado "gran debate” a mediados de enero, los resultados inmediatos han sido mayoritariamente positivos. Alrededor de medio millón de franceses participaron en los 10.000 encuentros que tuvieron lugar en todo el país para discutir temas preestablecidos, desde los impuestos y los servicios públicos hasta la democracia o el medio ambiente. Los organizadores también recibieron más de 1,4 millones de comentarios públicos por internet que subrayaron la preocupación por otros asuntos, como los puestos de trabajo o la inmigración.

Igualmente importante, Macron ha logrado un nuevo impulso en las antes desalentadoras encuestas, a la vez que el apoyo público por los chalecos amarillos continúa erosionándose. Su tasa de aprobación subió ocho puntos a principios de marzo, hasta un 28%. Pero cómo va a afectar esta crisis a ambas partes en los próximos meses sigue siendo una incógnita.

"El problema empieza ahora”, explica a DW el analista Jean petaux, de la universidad Sciences-Po de Burdeos. "Para acabar por completo con los chalecos amarillos, el Gobierno tiene que abordar al menos parte de sus demandas, que son muy dispares. Y tiene que dar la impresión de ofrecer soluciones creíbles”.

Hasta ahora, el mandatario galo ha dado pocas pistas sobre su estrategia a largo plazo. Hay quien cree que no tiene ninguna. Una de las opciones, la celebración de un referéndum, es problemática en términos de la coyuntura actual y del riesgo al rechazo.

Un respiro

Por ahora, Macron y su Ejecutivo tienen cierto margen para respirar, mientras ponen en marcha la "fase dos” del debate, que se alargará hasta abril. Los encuentros del tipo ayuntamiento se han terminado. En su lugar, se les pedirá a aproximadamente cien ciudadanos que ayuden a cribar y analizar los resultados. El proceso ya ha encontrado resistencias por la idea de elegir al azar quiénes participarán.

Los sondeos muestran que la mayoría de los franceses ha apreciado los debates nacionales. Más de ocho de cada diez de los encuestados piensan que los encuentros dieron a la ciudadanía una oportunidad de expresarse, mientras que un porcentaje menor dijo que se abordaron sus principales problemas y los que pusieron sobre la mesa los chalecos amarillos, de acuerdo con el estudio de Harris Interactive-Agence Epoka publicado esta semana.

Muchos, sin embargo, son escépticos respecto de que tanto hablar llegue a algo más. Otra encuesta señaló que dos tercios de la población dudan de que el Gobierno finalmente tenga en cuenta la miríada de preocupaciones resaltadas.

Los miembros del Ejecutivo, no obstante, insisten en lo contrario.

"La idea de que tenemos que hacer las cosas de otra forma es obvia”, dijo el ministro encargado de las relaciones con las entidades territoriales, Sébastien Lecornu, al semanario Le Journal du Dimanche. "Quizás reforcemos algunos temas, aceleremos otros o corrijamos otros. Con humildad”.

Por el momento, los chalecos amarillos han puesto freno a la agenda reformista de Macron. El movimiento, que toma su nombre de los chalecos fluorescentes que los franceses guardan en sus coches, ha evolucionado enormemente desde su origen contrario a un aumento del impuesto sobre la gasolina, y ha abrazado todo un batiburrillo de causas, principalmente aquellas de una Francia rural y de clase trabajadora que siente haberse qudado atrás.

El presidente francés dio un primer paso cancelando dicha subida impositiva. Más tarde, en diciembre, fue más lejos y anunció ayudas a los más vulnerables por valor de 10.000 millones de euros, además de esbozar la iniciativa de los debates. Los chalecos amarillos consideraron los anuncios insuficientes. Los sectores más radicales incluso pidieron la dimisión de Macron.

"Emmanuel Macron tiene que mostrar ahora que sus palabras se traducen en actos”, dijo el analista Petaux. "De lo contrario, serán solo palabras”.

¿Qué está por venir?

Hasta ahora han venido al menos cambios de forma. A menudo considerado distante y arrogante, Macron se ha arremangado la camisa –literalmente– y ha participado en una docena de debates públicos, evocando la imagen de su campaña presidencial. Los sondeos de marzo sitúan a su partido, La República en Marcha, en camino de superar a la oposición ultraderechista de Agrupación Nacional.

Pero bernard Reber, que estudia la cuestión de la ciudadanía participativa en el parisino Centro Nacional de Investigaciones Científicas, advierte de que no se deben subestimar los debates. "No han tenido precedentes, en todos los sentidos”, dijo a DW el experto, que asistió a 30 de esos eventos.

Hace unos meses, cuenta, nadie hubiera creído que los franceses se presentarían y abordarían los temas más controvertidos y divisivos. "La gente se movilizó y se quedó por mucho tiempo. No sé de muchos países en el mundo que permitan a sus ciudadanos participar en debates de varias horas de duración”.

Francia: destino final, "brexit"

Se espera que Macron anuncie la hoja de ruta posterior a este gran debate el próximo mes. En cualquier caso, ya hay lecciones para aprender del gran debate. "La gente está aprendiendo que la política y el cambio de un sistema son un proceso difícil”, sostiene Reber.

Los siguientes pasos de los chalecos amarillos tampoco están claro. Muchos analistas creen que el movimiento poco a poco caerá por su propio peso. Algunos de los militantes más acérrimos continuarán con las protestas e incluso podrían intensificarlas, piensa Petaux, mientras que otro grupo será absorbido por los partidos políticos ya existentes, principalmente en los extremos izquierdo y derecho del espectro político.

Otros, dice Petaux, "revivirán la nostalgia de la República de las plazas”, en referencia a la solidaridad y las amistades tejidas durante las protestas.

(eal/jov)

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