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Sarampión: ¿una enfermedad subestimada?

Lea Pötter/ Clara Walther (VC/PK)24 de febrero de 2015

La semana pasada, un niño murió de sarampión en Berlín. Esto ha desatado un debate en Alemania sobre la efectividad de las vacunas. ¿Pueden estas contribuir a combatir el virus de forma duradera?

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Imagen: picture-alliance/dpa

El sarampión es considerado una enfermedad infantil. Sin embargo, el virus también afecta a adultos y jóvenes. Es transmitido a través de secreciones respiratorias, como gotas de saliva. Los síntomas típicos son tos, fiebre y una desagradable erupción cutánea.

Tampoco son improbables las complicaciones graves: “Uno de cada mil casos puede ser mortal”, dice Jan Leidel, presidente de la Comisión Permanente de Vacunación (STIKO, por sus siglas en alemán) del Instituto Robert Koch. A nivel mundial, las campañas de vacunación han ayudado a reducir el número de víctimas mortales de 560.000, en el año 2000, a 122.000, en 2012.

La OMS quiere más

Esto no le basta a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su meta es erradicar el sarampión. En el continente americano y los países escandinavos esto ya se ha logrado. Según Leidel, una enfermedad cuenta como erradicada cuando, como máximo, la contrae una persona de entre un millón.

Una amplia vacunación impide que el germen patógeno se expanda. Esto es importante sobre todo para los recién nacidos, puesto que la vacuna se puede aplicar como más temprano a la edad de nueve meses. Por esta razón, muchos padres dejan vacunar a sus hijos.

Leidel: el sarampión no es tan inofensivo como a veces se dice.
Leidel: el sarampión no es tan inofensivo como a veces se dice.Imagen: picture-alliance/dpa

Charlotte, de 34 años, tiene una niña y vive en la ciudad de Bonn. “Es una responsabilidad social, por lo que es importante que la mayor cantidad de gente posible sea vacunada”, dice la madre en entrevista con DW. “Así los más pequeños no corren peligro de contagiarse de sarampión”.

Epidemias de sarampión

Julia, en cambio, optó por no vacunar a su hijo. Tenía miedo de las posibles consecuencias, como alergias, tasas de infección más elevadas y daños ocasionados por la vacuna. “Hasta que el sistema inmunológico de mi hijo no se haya desarrollado completamente, no quiero intervenir en él”, explica la madre. Leidel conoce estos argumentos: “Algunas personas están convencidas de que si su niño atraviesa una enfermedad, esto fortalecerá sus defensas”. No obstante, esto no se ha comprobado, añade el experto.

En Alemania, las epidemias de sarampión no son una excepción. En 2014, se registraron más de 1.700 casos. Muchos padres incluso dejan que sus hijos se infecten adrede para fortalecer su sistema inmunológico. Sin embargo, eso es peligroso, advierte Leidel e indica que el sarampión no es tan inofensivo como a veces se dice.

En uno de mil casos, el sarampión lleva a una infección cerebral, según el Instituto Robert Koch. Esta enfermedad es mortal en una de cada cinco personas.

Un peligro subestimado

Leidel asegura que la vacuna contra el sarampión no produce autismo ni enfermedades crónicas del intestino, como a veces se afirma. Por el contrario, “por medio de la vacuna se pueden evitar una serie de graves complicaciones y casos de muerte”.

Como en el caso de muchas otras enfermedades virales, tampoco existe un tratamiento especial contra el sarampión. “Solo podemos ayudar al cuerpo a vencer la enfermedad”, dice el experto. Adicionalmente, se pueden emplear medicamentos contra la fiebre y la tos.