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Rusia: periodismo independiente bajo presión

Carla Bleiker
4 de febrero de 2022

En Rusia, la presión estatal y la autocensura por temor a represalias son el pan de cada día para muchos periodistas. No obstante, todavía hay medios que informan con mirada crítica.

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Una periodista rusa alza un cartel con la leyenda "libertad de prensa", en agosto de 2021.
Una periodista rusa alza un cartel con la leyenda "libertad de prensa", en agosto de 2021.Imagen: Denis Kaminev/AP Photo/picture alliance

Una cifra dice a veces más que mil palabras: 150. Ese es el lugar que ocupa Rusia en el ranking de la libertad de prensa elaborado por Reporteros sin Fronteras, que incluye a 180 países.

Más de un centenar de organizaciones de prensa y personalidades figuran en la lista rusa de "agentes extranjeros”. La ley de "agentes extranjeros” data de 2012, y se aplicaba originalmente a organizaciones no gubernamentales que recibían fondos del exterior. En 2019 se amplió e incluye ahora a personas u organizaciones que reciben recursos extranjeros y que publican informes u otros materiales impresos, acústicos o audiovisuales”.

Quien esté en la lista, debe indicarlo en todas sus publicaciones. Además, debe entregar cada seis meses informes sobre sus finanzas y actividades al gobierno, y someterse a revisiones anuales.

Independientemente de lo anterior, los periodistas extranjeros solo pueden trabajar en Rusia con una acreditación del gobierno. Y esta puede serles retirada sin mayores advertencias previas, como acaba de ocurrir con los corresponsales de DW en Moscú.

La TV goza de confianza

En Rusia, la televisión es todavía la principal fuente de información. De acuerdo con una encuesta del instituto demoscópico independiente Centro Lewada, la mitad de los rusos confiaba en 2018 en los noticieros de TV, aunque la televisión rusa está bajo firme control estatal, según Reporteros sin Fronteras.

Familia mirando TV.
Michas familias rusas se informan a través de la TV (archivo).Imagen: DW/L. Rzheutska

También Dekoder, un laureado portal que traduce al alemán informes de medios rusos independientes, ha señalado que en Rusia la TV está en gran parte controlada por el Estado. Eso quiere decir que los informativos de TV funcionan en gran medida como portavoces del Kremlin y casi no tiene cabida en ellos la información crítica. Algo similar se aplica a la radio, según Dekoder.

Desde 2014 existe una ley que restringe, además, la libertad de los medios en línea. En virtud de la "Ley Lugowoj", se puede bloquear el acceso a páginas web de noticias sin orden judicial, cuando la Fiscalía lo solicita. El temor a perder la accesibilidad lleva a muchos medios a la autocensura, indica Dekoder: los periodistas practican la censura previa y "desisten de publicar materiales que podrían ponerlos en dificultades”.

Heiko Pleines, subdirector del Centro de Estudios de Europa del Este de la Universidad de Bremen.
Heiko Pleines, subdirector del Centro de Estudios de Europa del Este de la Universidad de Bremen.Imagen: privat

También la inseguridad sobre lo que, desde la parte oficial, se considera aceptable o no dificulta el trabajo de los periodistas rusos. "Los periodistas se meten en aprietos por cosas que otros escriben sin problema. Eso es visto por muchos expertos como parte de una estrategia”, indicó a DW Heiko Pleines, politólogo y subdirector del Centro de Estudios de Europa del Este de la Universidad de Bremen. "Cuando los límites no están definidos con exactitud, todos se vuelven más cautelosos. Como consecuencia, la autocensura está muy extendida”, apuntó.

Se estrecha el cerco 

La población rusa obtiene información que también aborda críticamente lo que hace el Kremlin, sobre todo a través de los periódicos y los medios virtuales. Entre los principales se cuentan el diario Nowaja Gaseta, conocido por sus investigaciones, el canal de TV en línea Doschd (TV-Rain), que en agosto de 2021 fue incorporado a la lista de "agentes extranjeros”, y el portal informativo Meduza, con sede en Riga, que fue catalogado como "agente extranjero” en abril de 2021.

La labor crítica tiene su precio. Según Pleines, también el trabajo de estos periodistas independientes se ve cada vez más limitado, por una creciente presión y también por la violencia contra la gente de prensa.

El 3 de febrero, Nowaja Gaseta comunicó que su periodista Elena Milaschina, que informaba sobre violaciones de derechos humanos en Chechenia, había tenido que dejar el país "en vista de las numerosas amenazas personales proferidas en su contra por destacados representantes de la República de Chechenia”. Desde la fundación de Nowaja Gaseta, cinco de sus periodistas han sido asesinados, entre ellos la conocida periodista y defensora de los derechos humanos Anna Politkóvskaya.

"La presión contra los periodistas va en aumento desde hace 20 años”, opina Pleines, y también Dekoder hace notar que hay una creciente "tendencia a un mayor control estatal”. El cierre de los estudios de DW en Moscú es otro paso en esa dirección.

(er/cp)