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Roberto Ampuero

30 de mayo de 2006
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El escritor chileno nos relata la relación entre el fútbol y su vida.Imagen: Foto-Ars

DW: ¿Qué aprendió usted del fútbol para la vida?

Roberto Ampuero: Que siempre hay un jugador número 12, que uno no espera y que puede definirle la vida a uno. Que la pelota es redonda para todos, pero que hay algunos que la tienen más tiempo en su poder. Que cuando se está en la banca uno puede entrar al campo, y que cuando está en el campo a uno lo pueden llamar a la banca. Que no hay penal seguro, y que goles son amores y no buenas razones.

¿Cuál fue su peor autogol?

El día que postulé a un cargo en una prestigiosa institución sin querer creer que estaba todo arreglado de antemano, y que el concurso era para que la institución cumpliera con los requisitos oficiales. Fue un autogol de mediacancha.

¿Se halla usted a menudo en "offside"?

A veces, pero no es culpa mía, sino de la defensa adversaria y de los guardalíneas.

¿Le gusta más jugar en la defensa o en el ataque?

Me apetece el ataque. Es ingrato ser defensa, peor aun ser arquero. Más le perdonan a uno farrearse un gol en el arco contrario que perder una de esas fatales pelotas fáciles que terminan en el fondo de las redes del propio arco. No hay mejor defensa que un buen ataque, dicen por ahí, aunque no se olviden nunca de que los contragolpes son letales.

¿Qué no puede soportar del fútbol?

Que exista la liga chilena profesional, que es la peor de las Américas.

Roberto Ampuero, chilenischer Schriftsteller
Una vida de fútbol dedicada a la literatura.Imagen: Foto-Ars

¿Quién debe ser campeón mundial?

Brasil porque juega y goza el fútbol con destreza carnavalesca, o Argentina porque juega con toda la pasión y el pathos del tango.

¿Quién no debe ser de ninguna manera campeón mundial?

Estados Unidos, porque George Bush diría que la mano de Dios está con él.

¿Qué opinión tiene del fútbol femenino?

El de algunos países ya es superior al que practican ligas masculinas de muchos países. En el fútbol debería haber equipos mixtos, como en la literatura de las naciones: lo que importa es la calidad, no si son hombres o mujeres.

¿Cuál fue su gol más bonito?

Uno que hice de cabeza en el último minuto desde el mediocampo. Fue en mi época escolar, el estadio se vino abajo de alegría y ganamos gracias a ese cabezazo. Lamentablemente mi padre, que traía la cámara fotográfica, llegó atrasado al partido y no quedan pruebas de tamaña proeza.

¿Y cuál fue la peor falta?

El día en que, enojado porque íbamos perdiendo, paré el juego y me llevé la pelota para la casa porque era mía. No me lo perdonaron nunca los jugadores de ningún bando porque yo era el único que tenía pelota de cuero. Era número 5, profesional y la habían comprado mis padres en Alemania.

¿Juega usted siempre limpio?

Bueno, siempre juego muy limpio y nunca soy rencoroso, pero el que me hace un foul, me lo paga.