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Refugiados en Lesbos: el caos autogenerado por Europa

Florian Schmitz desde Lesbos
14 de septiembre de 2020

La situación en el campamento de refugiados en Lesbos sigue siendo tensa. En medio del caos, el gobierno griego trata de generar calma, pero muchas cosas hace tiempo que están fuera de control.

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Refugiados viviendo a un costado de la calle, en Lesbos.
Imagen: Reuters/A. Konstantinidis

"No quiero ir de ningún modo a un nuevo campamento. Quiero irme de Lesbos”, dice Reza, un joven afgano que habla bien inglés. Como otros miles de refugiados, él también espera en la avenida costera, entre la ciudad de Mitilene y la pequeña aldea de Panagiouda, un pueblo pintoresco en una bahía, en la isla de Lesbos. Del otro lado de la bahía se ven las filas de carpas, sobre el exterritorio de ejercicios militares donde el gobierno de Atenas construyó desde el sábado (12.09.2020), junto con la a Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), un campamento provisorio. Trescientas personas llegaron hasta allí luego de los incendios que destruyeron el campamento original de Moria. Pronto habrá lugar para todos los que quedaron sin techo. "Aquí me siento más seguro”, dice un sirio, uno de los primeros refugiados que se dirigen voluntariamente al albergue temporal.

Para Reza, esa no es una alternativa. "Estuve dos días sin comer”, cuenta, y sonríe. La esperanza de abandonar Lesbos es más grande que el hambre y el miedo. Lo mismo les pasa a muchas otras personas que han colocado sus pocas pertenencias en la calle principal. Allí no hay filas de carpas; allí reina el caos.

Las carpas en el campamento provisorio erigido por el gobierno griego tras el incendio en Moria.
Las carpas en el campamento provisorio erigido por el gobierno griego tras el incendio en Moria.Imagen: Reuters/A. Konstantinidis

El Ejército griego, que, en realidad, es responsable del reparto de agua y alimentos, deja que las ONG, a las que no ve con buenos ojos, se encarguen de distribuirlos. Durante el reparto se producen escenas dramáticas. Los vehículos todavía no han abierto sus puertas para comenzar a distribuir las botellas de agua, cuando decenas de personas, muertas de sed a causa de las horas que han pasado bajo el sol, corren detrás de las camionetas. Los voluntarios tratan de contener a la gente gritándole que espere, para poder distribuir el agua en orden, pero ellos no les hacen caso. Finalmente, los voluntarios tienen que arrojar las botellas entre la multitud. Hay forcejeos, peleas y caídas. Una mujer yace inconsciente en el suelo. Un hombre se quiebra un brazo.

Los solicitantes de asilo hacen cola para registrarse en el nuevo campamento.
Los solicitantes de asilo hacen cola para registrarse en el nuevo campamento.Imagen: Getty Images/M. Bicanski

Sin infraestructura, sin seguridad

Los voluntarios de las ONG no han sido capacitados ni equipados para enfrentar esas situaciones, pero aprenden día a día. Al día siguiente, hacen que la gente forme una cadena humana, y así logran organizar una distribución medianamente ordenada de alimentos. Los ayudantes están altamente motivados. Muchos de ellos son jóvenes y vienen de diferentes países de Europa, trabajan sin paga y solo cuentan con un albergue y comida. Colaboran para enmendar los errores de la política europea de asilo y el caos organizativo de las autoridades griegas, y para llevar un poco de humanidad a los refugiados.

Las protestas no cesan en Moria: incluso los niños protestan porque se construyó un nuevo campamento.
Las protestas no cesan en Moria: incluso los niños protestan porque se construyó un nuevo campamento.Imagen: Reuters/E. Marcou

"Los primeros días después del incendio fueron difíciles”, dice a DW Henk Dinkelman, voluntario de la organización Euro Relief, que ya era responsable de alojar a las personas refugiadas en el campamento de Moria, y ahora organiza el abastecimiento básico de alimentos y agua. "En Moria contábamos con la infraestructura necesaria para llevar a cabo la distribución de alimentos”, explica. "Ahora utilizamos vehículos, pero claro que se necesitan ciertas instalaciones adecuadas para poder hacerlo”. Después de cinco días, el gobierno de Grecia logró colocar carpas y lugares para dormir. Contrató un servicio de alimentos, pero no pudo instalar baños ni servicios sanitarios adecuados. Ni siquiera con ayuda del Ejército, que ahora es quien manda, luego de haberse declarado allí el estado de excepción por los incendios.

Un gato pasa sobre las ruinas del campamento de refugiados de Moria destruido por el incendio.
Un gato pasa sobre las ruinas del campamento de refugiados de Moria destruido por el incendio.Imagen: Getty Images/M. Bicanski

El gobierno de Grecia limitó el acceso de la prensa al campamento provisorio. Desde el domingo rigen prohibiciones de entrada para periodistas a la calle donde está acampando un gran número de refugiados. A partir de ahora, los periodistas solo pueden realizar visitas guiadas por las autoridades. El ministro griego de Migración, Notis Mitarakis, aseguró que, desde el primer día, la prioridad del gobierno era la seguridad de todos, tanto la de los solicitantes de asilo como la de los habitantes del lugar. "Luego de haber garantizado la seguridad y el abastecimiento constante de agua y alimentos, así como de atención médica, colocamos cerca de 1.000 literas en los campamentos provisorios”, subrayó el funcionario.

Pero el ambiente de tensión continúa. Algunos periodistas informan sobre escenas caóticas que se repiten cuando los voluntarios intentan repartir agua y alimentos, e incluso de provocaciones a las autoridades por parte de los solicitantes de asilo. La violencia siempre es lo que más atrae la atención.

Lesbos paga la cuenta de Europa

Tras el devastador incendio del campamento de Moria, la Unión Europea y Atenas anunciaron la construcción de un nuevo campamento en la isla griega de Lesbos. Pero allí nadie está de acuerdo con eso. Eso parece no interesarle demasiado a los gobiernos europeos.  Casi ningún país está dispuesto a acoger refugiados.  Lo que preocupa es que los incendios en Moria puedan alentar a que los refugiados incendien a propósito otros campamentos, con la esperanza de ser trasladados finalmente a un lugar en el que sí tengan una perspectiva de vida.

El problema es que ya venció el plazo para encontrar una solución con la cual se hubiera podido evitar lo que está pasando en Lesbos. Las promesas no ayudan. La situación geográfica tampoco le permite a Grecia ignorar el problema. Lo que es seguro es que en el futuro seguirán llegando refugiados buscando protección y ayuda. Y entonces ya un solo campamento no será suficiente para mantenerlos alejados del campo visual de Europa.

(cp/ers)