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¿Quiénes se benefician con la indignación de los musulmanes?

Enrique López Magallón19 de septiembre de 2012

Las protestas contra el film considerado ofensivo del Islam, “Inocencia de los musulmanes” expresan indignación religiosa, pero también son el resultado de ideologías radicales que las manipulan para sus propios fines.

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Imagen: Matthias Sailer

Un mar de banderas verdes, rostros encendidos por la rabia y la desazón; jóvenes que tiran piedras, dispuestos a todo para defender el honor del profeta Mahoma. Desde Túnez hasta Yemen, los musulmanes salieron a la calle para dar rienda suelta a su ira y defender la dignidad de su religión, que consideraron ofendida por un video estadounidense de mala calidad que ridiculiza al profeta Mahoma.

“El mundo entero debe ver la ira en vuestros rostros, vuestros puños y vuestros gritos”, dijo el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, el pasado lunes, durante la manifestación de esa agrupación en el sur de Beirut, dominado por los chiítas. “Hasta tanto corra sangre por nuestras venas, no aceptaremos de brazos cruzados que se ofenda a nuestro profeta”, dijo Nasrallah.

Hezbolá lucha por mantener su prestigio

Hacía mucho tiempo que Nasrallah no hablaba en público, y tampoco tomó posición acerca del conflicto en la vecina Siria. Hezbolá prefirió, simplemente, apoyar al régimen de Bashar Al Assad, que, por su parte, había ayudado a ese movimiento durante un largo tiempo. Pero tuvo que pagar un alto precio por esa solidaridad. Ahora, Hezbolá se siente amenazado por una posible caída del dictador sirio. La razón de su reaparición para hablar sobre la película “Inocencia de los musulmanes” es aprovechar la oportunidad para recuperar terreno, explica Lurdes Vidal, politóloga y experta en el Islam del Instituto Europeo del Mediterráneo, en Barcelona.

Ataque a la embajada estadounidense en Jartum, Sudán.
Ataque a la embajada estadounidense en Jartum, Sudán.Imagen: Reuters

Las aspiraciones de poder de los extremistas

También otros grupos del mundo musulmán instrumentalizan la indignación sobre el film, considerado ofensivo hacia esa religión. Desde el Magreb hasta la Península Árabe, la película es una buena oportunidad para realizar demostraciones de poder. “Al ocupar el espacio público en los países de la “primavera árabe”, los salafistas quieren demostrar que tienen el poder de sacar a las masas a la calle”, escribió el periódico pan-árabe “Al Hayat”. “De ese modo, está desafiando a las fuerzas que se presentan como una alternativa islámica madura y organizada, pero que aún no han construido del todo sus estructuras de poder”, subraya el matutino.

Los motivos de los extremistas islámicos son muy parecidos, pero los contextos en los que actúan son diferentes. En Libia, intentan establecerse aquellos grupos cercanos a Al Qaeda, ya que el Gobierno recientemente electo aún no ha podido imponer del todo el Estado de derecho. Según Reinhard Schulze, docente de Ciencias Islámicas en Berna, Suiza, los extremistas utilizan esas debilidades para su propio beneficio: “Se tiene la impresión de que los fundamentalistas islámicos han hallado en la indignación causada por el film una especie de apoyo argumentativo para decir que sus atentados terroristas son la expresión de la ira del pueblo”.

Maestros de la manipulación

Sin embargo, la mayoría de los libios toma distancia de los terroristas, así como la mayoría de los egipcios no se identifica con los salafistas. “”Hay dos cosas: por un lado, un sector de la población de bajos recursos, muy sensible a lo religioso, que se deja manipular y utilizar. Por el otro, están los que quieren utilizarlos y aprovechan la situación para sus propios fines”, señala Gamal Soltan, politólogo y docente de la American University of Cairo. “Los salafistas compiten con los Hermanos Musulmanes por la misma ideología, y ninguno de los dos tienen interés en dialogar. Ya sean problemas económicos o un video anti-islamista, todo es bueno para negarle legitimidad al gobierno y para avanzar hacia los propios objetivos”, añade el experto.

Protestas en Túnez por el film que ridiculiza a Mahoma.
Protestas en Túnez por el film que ridiculiza a Mahoma.Imagen: Reuters

Hamas afila su perfil

También Hamas, el movimiento palestino que gobierna en la Franja de Gaza, aprovecha la oportunidad, y su llamada a defender el Islam se produce en una época plagada de derrotas políticas, subraya Lurdes Vidal. No han logrado detener la política israelí de asentamiento en Cisjordania, y, además, ha pasado a segundo plano debido a Fatah, otro movimiento que tuvo, al menos, algo más de éxito a través de la solicitud de reconocimiento de un Estado palestino como Estado observador de la ONU. Hamas también ha perdido adeptos por haber cortado sus relaciones con el dictador sirio Assad demasiado tarde. “Por eso, Hamas se pone ahora en escena como defensor del Islam. Al mismo tiempo, demoniza a EE. UU., con lo cual afila su perfil, que ha perdido forma en los últimos tiempos”, explica la politóloga.

Sudán y sus deudas

En Sudán, los motivos de las revueltas tienen un carácter diferente. Allí, aclara Reinhard Schulze, el Gobierno mismo azuzó, en parte, la violencia a través de los medios que son sus aliados. “En este caso, estamos verdaderamente ante un proceso de manipulación. De otro modo, no puedo imaginarme que la población sudanesa lleve a cabo semejantes protestas”, plantea.

Las protestas le vienen como anillo al dedo al gobierno, ya que hace poco menos de un año se celebró la independencia de Sudán del Sur, con lo cual Sudán perdió también la mayor parte de sus ingresos provenientes de petróleo, cuyas fuentes se encuentran en la nueva república. El gobierno de Sudán trata de compensar la pérdida de ingresos con un severo programa de austeridad, que provocó fuertes protestas ciudadanas en los últimos meses. Es por eso que las protestas contra el film considerado anti-islamista son una buena ocasión para orientar la indignación del pueblo en otra dirección. Sin embargo, la situación no será más fácil para el Gobierno sudanés, dice Reinhard Schulze: “Por un lado, tiene que garantizar que se lleven a cabo los programas de austeridad para acabar con la deuda estatal. Por el otro, quiere evitar que en Sudán también brote una primavera árabe”.

Autora: Kersten Knipp/ Cristina Papaleo

Editor: Enrique López