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"¿A quién sirve una Cataluña reconocida solo por Venezuela?"

Emilia Rojas Sasse
11 de octubre de 2017

Diversas interpretaciones de las perspectivas abiertas por el discurso del jefe de gobierno catalán, Carles Puigdemont, presentan los editoriales de la prensa europea. Algunos ven una oportunidad de diálogo.

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Spanien Barcelona | Carles Puigdemont, Präsident Katalonien
Imagen: Reuters/A. Gea

El editorial de La Reppublica, de Roma, plantea: "Démosle a la política una última oportunidad. Ese fue el mensaje del discurso de Carles Puigdemont ante su Parlamento. Con notable inventiva, el presidente de la región autónoma declaró primero la independencia de Cataluña, para luego postergarla. Una jugada más que dudosa desde el punto de vista legal,  pero con la que quizás se abra un camino hacia un acuerdo que les evite a todos los españoles el riesgo de una segunda guerra civil".

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Momento de conversar

Según Der Standard, de Viena, Puigdemont reconoció indirectamente que el referéndum tuvo carácter 'simbólico'. "Un motivo puede haber sido lisa y llanamente la presión de la esfera económica. Varios bancos y empresas con sede en la región han anunciado su propósito de mudarse. Ahora habrá que ver cómo reacciona Madrid al discurso. Rajoy haría bien en aprovechar el momento para emprender conversaciones. Estas podrían constituir el primer paso para dar un cauce legal a las aspiraciones independentistas. Quizás con una nueva votación, de mutuo acuerdo, en la que los catalanes pudieran pronunciarse con la cabeza fría".

Falta de habilidad táctica

El periódico suizo Neue Zürcher Zeitung opina que "Puigdemont y sus separatistas deben contar con que, al final de esta aventura, sean llevados ante los tribunales. Las acusaciones son graves: prevaricación y violación de la Constitución. Pero el aspecto jurídico no debería estar en primer plano. Mucho más importante es volver a unir a la dividida sociedad catalana. Una mitad está a favor de la independencia, la otra, en contra. La brecha atraviesa las instituciones y separa incluso a familias. (…) La reconciliación requerirá mucho tiempo y habilidad táctica. Algo que no ha demostrado tener el gobierno de Barcelona ni el de Madrid".

Perjuicios para Cataluña

El Times, de Londres considera que "los rasgos básicos de un callejón sin salida constitucional siguen siendo los mismos que los del primer día tras el referéndum independentista. Los secesionistas han conquistado el Parlamento y lo utilizan para promover una versión de la independencia que perjudicaría tanto a Cataluña como a España. En Madrid, un gobierno inflexible provocó, con reacciones draconianas, que aumentara el respaldo a esa minoría (separatista).

Una política más hábil habría podido evitar mucho de la violencia y la confrontación. Pero, entretanto, la crisis ha desarrollado una dinámica propia. El sector empresarial, del que depende el bienestar de Cataluña, se pronuncia en la práctica. Más de 20 empresas con sede en Barcelona han anunciado que se irán. Habrá que ver si lo hacen, en vista del repliegue de Puigdemont. Pero, en esta crisis, Cataluña ya ha perdido su estatus de región más rica de España". 

Rechazo europeo a la secesión

El periódico alemán Neue Osnabrücker Zeitung sostiene que "en el último segundo, el jefe del gobierno regional catalán puso el pie en la puerta que se cerraba entre Madrid y Barcelona. Ahora, un diálogo habría de conducir de alguna manera a los catalanes hacia una independencia para la que Puigdemont cree tener un mandato. De eso cabe dudar, sin embargo, en vista de la baja participación en el referéndum y de las grandes manifestaciones a favor de la permanencia de Cataluña en España. Probablemente haya impresionado también a los separatistas la clara posición de Europa, que rechazó el referéndum ilegal y dejó de manifiesto que una secesión por esa vía jamás funcionará. Y ¿a quién habría de servirle una República de Cataluña reconocida solo por Venezuela y partidarios del ‘brexit' en Gran Bretaña?"

Política sin fronteras

Otro rotativo germano, el Stuttgarter Zeitung, comenta que "la globalización despierta por doquier anhelos de identidad y de barreras. Pero la proliferación de pequeños Estados obstaculiza una política que se propone mirar más allá de su propio ombligo. Es un progreso histórico que múltiples ducados hayan configurado unidades estatales mayores y que haya entretanto plataformas políticas para superar egoísmos nacionales. Sería una ironía de la historia si se trazaran nuevas fronteras precisamente en Europa, donde surgió la visión de una política sin fronteras".

Autora: Emilia Rojas Sasse (VT)