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Por qué no hay que temer al 5G

30 de octubre de 2020

La pandemia de coronavirus está provocando teorías infundadas sobre los peligros del 5G. Pero el temor de que la tecnología nos esté matando lentamente no es nuevo, y no parece que vaya a desaparecer pronto.

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Deutschland Coronavirus 5G
Imagen: Sachelle Babbar/ZUMA Wire/ZUMAPRESS/picture alliance

Los temores sobre los efectos del 5G en nuestra salud llegaron antes incluso de que desplegara sus redes nuestras ciudades y, con la pandemia, los conspiranoicos han dado un nuevo giro a estos miedos: el coronavirus se expande a través de los móviles.  

Las teorías de conspiración de que el nuevo coronavirus puede estar relacionado con la tecnología inalámbrica han provocado el incendio de antenas de telefonía móvil en 10 países europeos y ataques a los trabajadores de mantenimiento en los últimos meses.

Esta teoría carece de base científica porque las ondas emitidas por los sistemas de telecomunicaciones, sean teléfonos de cualquier generación o radios, no pueden interactuar con un virus.   

La quinta generación de telefonía móvil es 20 veces más rápida que la 4G, pero no es peligrosa, o al menos no más que otras redes de comunicación y aparatos que utilizados desde hace décadas.

Symbolfoto Elektrosmog
Un medidor de EMF muestra la exposición a la radiación en las proximidades de una antena celular.Imagen: Christoph Hardt/Geisler-Fotopress/picture alliance

OMS: el COVID-19 también se propaga en países en los que no existe una red 5G

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aclaraen su página web que los virus no se desplazan por las ondas electromagnéticas ni las redes de telefonía móvil. 

"El COVID-19 se transmite a través de gotículas minúsculas de secreciones respiratorias expulsadas cuando una persona infectada tose, estornuda o habla. También es posible infectarse si se toca una superficie contaminada y posteriormente se lleva uno la mano a los ojos, la boca o la nariz", asegura la agencia de la ONU, el cual añade que el COVID-19 se está propagando también en países en los que no existe una red 5G.

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Un manifestante anti-5G durante una protesta en Múnich, Alemania.Imagen: Sachelle Babbar/ZUMA Wire/ZUMAPRESS/picture alliance

El aumento de la temperatura de los tejidos es "insignificante"

El principal mecanismo por el que interaccionan los campos de radiofrecuencia con el cuerpo humano es el calentamiento de tejidos y, con los niveles de exposición actuales, el aumento de la temperatura es "insignificante", precisa la organización. 

 "Siempre que la exposición general se mantenga por debajo de las pautas internacionales, no se anticipan consecuencias para la salud pública", añade.  

El organismo regulador de los niveles de exposición a campos electromagnéticos, la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés), confirma también la idoneidad de los límites permitidos en la actualidad.

La UE busca abordar las noticias falsas

Ahora, la Unión Europea, liderado por un grupo de 15 países, incluidos Polonia y Suecia, busca idear una estrategia para contrarrestar la desinformación y las afirmaciones falsas sobre la tecnología 5G descarrilen la recuperación económica de la región y sus objetivos digitales. 

La UE de 27 naciones ve al 5G como el eje de su recuperación económica de la pandemia de COVID-19 y la autonomía tecnológica, con su promesa de permitir todo, desde automóviles autónomos hasta cirugía remota y una fabricación más automatizada. 

Los 15 países enumeraron sus preocupaciones y propuestas en una carta conjunta a la directora digital de la UE, Margrethe Vestager, al comisionado de mercado interno Thierry Breton y a la jefa de valores Vera Jourova que fue vista este 19 de octubre por Reuters.

"Está claro ... que estamos presenciando una creciente actividad del movimiento anti-5G en la Unión Europea", dijeron, pidiendo a la UE que "adopte un enfoque activo, a largo plazo y sistémico" para abordar las preocupaciones sobre el 5G. y campos electromagnéticos (EMF).

El origen

La teoría que vincula 5G y COVID-19 tiene su origen en la charla que un supuesto doctor llamado Thomas Cowan dio en un foro antivacunas el pasado marzo en Tucson (EE. UU.).  

En su intervención, Cowan defendía que "cada pandemia de los últimos 150 años se corresponde con un salto cuántico en la electrificación de la Tierra". 

En su opinión, así habría ocurrido con la llamada "gripe española" de 1918, que se registró a raíz de la expansión de las ondas de radio, y con la gripe pandémica tras la Segunda Guerra mundial, posterior a la introducción de radares. Ahora, el COVID-19 habría llegado con el 5G.

Pero la interacción entre las ondas y los virus es físicamente imposible y no hay "ninguna" base científica que apoye esta relación, según Patricia de Llobet, técnica de investigación de Radiaciones del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). "Es, sin duda, un bulo", subraya en declaraciones a EFE esta investigadora. 

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Protesta en Múnich (12.09.2020)Imagen: Sachelle Babbar/ZUMA Wire/ZUMAPRESS/picture alliance

Radiaciones no ionizantes

Las radiofrecuencias que se utilizan en las redes de comunicación (2G, 3G, 4G, 5G, wifi, radio...) pertenecen al rango de las radiaciones no ionizantes, que se diferencian de las ionizantes en que poseen menor frecuencia y energía, de modo que no pueden desestabilizar un átomo ni afectar a células de nuestro organismo. 

Es una cuestión de tamaño: de la misma forma que no se puede ver un virus con un microscopio óptico, porque las ondas de la luz son mayores, y hace falta recurrir a un microscopio electrónico, las ondas de las redes 5G son de mayor tamaño y no pueden interactuar con el SARS-CoV-2 ni otro patógeno. 

Por el contrario, las radiaciones ionizantes (rayos solares, rayos X, la energía nuclear) sí que pueden interaccionar con los átomos debido a su alta energía y son capaces de alterar las moléculas celulares. Por eso, la exposición al sol puede provocar quemaduras y el uso de las radiografías está muy limitado, recuerda De Llobet.

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El 5G "absorbe el oxígeno"

Una nueva ramificación de esta falsa teoría afirma que el 5G "absorbe el oxígeno" y la equipara con la banda de 60 GHz, que causa un "shock respiratorio o hipoxia cerebral" al reducir el flujo de oxígeno en la sangre. 

El bulo parte de una confusión sobre el ancho de banda: el 5G no utiliza una de 60 Ghz, sino de 700 megahercios (MHz) y otra entre los 3,4 y los 3,8 GHz. En el futuro está previsto que también ocupe una frecuencia de 26 GHz. No utiliza la banda de 60 GHz ni por el momento se espera tampoco que la emplee.  

Además, afirmar que el 5G puede incidir en el flujo de oxígeno "no tiene ningún fundamento científico", es una "absoluta falacia", asegura el director científico del Comité Científico Asesor de Radiofrecuencias y Salud (CCARS), el médico epidemiólogo Francisco Vargas.

Los conspiranoicos del 5G han llegado a argumentar que la Unión Europea (UE) ha "confirmado" que esta tecnología es perjudicial para la salud de las personas y el medio ambiente.  

Esta afirmación falsa se basa en la tergiversación de un documento del Consejo de la UE que lo que hace es, precisamente, advertir sobre ese tipo de falsedades, y especialmente de los mensajes que afirman que las redes de 5G "suponen una amenaza para la salud o están vinculadas con el COVID-19". 

La UE no solo no ha reconocido que esta tecnología sea peligrosa, sino que, de hecho, regula unos niveles máximos de exposición a redes móviles que son 50 veces inferiores a los que pueden causar daños en la salud, según investigaciones científicas.

FEW (EFE, AFP, Reuters, OMS)

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