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Políticos alemanes recuerdan a Mandela

Vera Kern (MS)8 de diciembre de 2013

Las loas no han escaseado en la prensa germana a la hora de ponderar la figura de Nelson Mandela. Pero eso no siempre fue así. El líder sudafricano fue una figura controvertida para muchos políticos alemanes.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Las loas no han escaseado en la prensa alemana a la hora de ponderar la figura de Nelson Mandela: "Una gran personalidad," "un ejemplo brillante," "una persona llena de paciencia, amor y tolerancia". Así ha sido descrito el expresidente de Sudáfrica, considerado como un icono de la lucha pacífica por la libertad. Políticos de todo signo rinden tributo a Mandela y sus logros. Pero eso no siempre fue así. Echando un vistazo a la historia de las relaciones germano-sudafricanas, nos damos cuenta de que algunos políticos desconfiaban de Mandela en el pasado.

Escepticismo hacia Mandela

Hasta la década de los ochenta, los Gobiernos de la República Federal de Alemania (RFA), especialmente los conservadores, miraban a Mandela con recelo. Hans-Dietrich Genscher, del Partido Liberal (FPD), quien fue ministro de Exteriores de la RFA, cree que algunos de ellos se han visto obligados a reconsiderar después su postura. El propio Genscher clamó ante la ONU por la liberación de Mandela y fue muy criticado en Alemania: "Se me acusó de apoyar a un asesino y terrorista", dice Genscher en declaraciones a Deutsche Welle.

Demo Freiheit für Südafrika
"Libertad para Sudáfrica" era el movimiento antiapartheid en Alemania en los años 80Imagen: picture alliance/Klaus Rose

También en Washington y Londres se tenía a Mandela por un "terrorista de Estado". "Sin duda, el Gobierno alemán podría y tendría que haber hecho más contra la política inhumana del apartheid y por cambiar la irreflexiva actitud de Estados Unidos y el Reino Unido hacia Mandela", dice Ludger Schadomsky, experto de Deutsche Welle en asuntos africanos.

El movimiento anti-apartheid

Los años ochenta también fueron testigo de un creciente movimiento anti-apartheid. Estudiantes, grupos religiosos y organizaciones civiles comenzaron a boicotear los productos importados de Sudáfrica, como sus vinos y frutas. Aunque el Gobierno alemán se distanció del régimen del apartheid, de ninguna manera tomó parte en ese boicot. Según Uschi Eid, miembro del partido alemán Los Verdes y vicepresidente de la Fundación Germanoafricana, diversos políticos de la época no tenían escrúpulo moral alguno en mantener relaciones amistosas con Sudáfrica.

Alemania tenía además fuertes lazos económicos con Sudáfrica. "Alemania era el socio comercial más importante de Sudáfrica y Sudáfrica el más importante socio comercial de Alemania en el continente africano", explica Schadomsky. Incluso hoy, la empresa automovilística Volkswagen emplea a un gran número de personas en aquel país, y el gigante Siemens es un importante inversionista.

Sin embargo, debido a la presión pública, muchas compañías alemanas salieron de Sudáfrica y trasladaron sus oficinas a otros países, como el vecino Zimbabue. Michael Monnerjahn, de la Asociación Económica Germanoafricana, opina que, desde la perspectiva actual, existía una doble moral en las empresas alemanas. Por un lado, denunciaban en carteles que existía segregación racial, pero, por el otro, no empleaban a africanos negros entre sus directivos.

Cambio de opinión

Los políticos alemanes saludaron unánimemente la progresiva apertura de Sudáfrica y su intención de acabar con el apartheid, así como el cambio de gobierno que tuvo lugar en 1989. Era la época de la "pretoriastroika", un juego de palabras que alude a la "perestroika", el proceso de reestructuración del sistema político y económico soviético tras la crisis del comunismo. Schadomsky cree que la manera en que Mandela llevó a cabo desde prisión las negociaciones con el entonces presidente sudafricano, Frederik Willem de Klerk, propició notablemente un cambio de actitud entre los políticos alemanes.

Sin embargo, hasta bien entrados los noventa, todavía existían grandes reservas hacia "Madiba" en Alemania. En 1996, la entonces presidenta del Bundestag, la democristiana Rita Süssmuth, invitó a Mandela –que a la sazón llevaba dos años siendo presidente de Sudáfrica– a hablar ante el Parlamento alemán. "Había división de opiniones entre ciertos políticos", recuerda Süssmuth. Finalmente, se permitió que Mandela pronunciara su discurso. "Habló de forma tranquila, pero intensa, y aquello influyó mucho sobre nuestros parlamentarios", acota Süssmuth.