1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Opinión: Mugabe es historia, pero su régimen todavía no

Claus Stäcker
16 de noviembre de 2017

La expulsión sin violencia de Robert y Grace Mugabe del poder es una buena noticia. Pero que a Zimbabue regresará ahora a la libertad y democracia aún no es seguro, opina Claus Stäcker.

https://p.dw.com/p/2nihX
Afrika Kuss und Küsse
Robert Mugabe y su esposa Grace Mugabe.Imagen: Getty Images/AFP/J. Njikizana

Los militares todavía dicen que esto no es un golpe. En el fondo, probablemente, por la preocupación de que los ánimos puedan caldearse si el ícono Robert Gabriel Mugabe es tocado con demasiada fuerza. Esto explica las declaraciones apresuradas sobre el estado de Mugabe. Formalmente, el hombre de 93 años todavía es presidente. Pero, ¿cómo se llama a un jefe de estado bajo arresto domiciliario que ya no puede controlar la situación? Sin poder. Derrocado. Solo le queda negociar una solución para su familia y firmar su renuncia.

El resto seguirá siendo discutido por abogados estatales e internacionales. la era de Mugabe ha terminado después de 37 años. Y con ella el verdadero golpe: la gradual entronización de su esposa Grace Mugabe, 41 años más joven, como su sucesora.

Una esposa sin escrúpulos

El tema es ella y no el mandatario, "Ol´ Bob”, desgastado física y mentalmente. Los que lo han visto en sus últimas actuaciones han dudado de si este seguía dirigiendo algo. Durante mucho tiempo nadie se atrevió a discrepar. Los críticos fueron removidos sin piedad del círculo de poder. El presidente Mugabe no luchó contra ella, sino que, por la terquedad de su edad, confió solamente en ella. Pero Grace Mugabe prevaleció ante el influyente Emmerson Mnangagwa. El compañero de mucho tiempo, luchador por la liberación, ex secretario de defensa y vicepresidente era una talla demasiado grande para ella: la extaquígrafa, que tenía solo 15 años cuando Zimbabue fue liberada en 1980, no tiene algún otro mérito que demostrar. 

Stäcker Claus Kommentarbild App
Claus Stäcker, periodista de DW.

Grace Mugabe es una de las personas más impopulares de Zimbabue. Incrementó fuertemente su riqueza e influencia. Además hizo más y más enemigos a través de expresiones venenosas. Su círculo de apoyo incluye a algunos personajes inescrupulosos del autoenriquecimiento y leninistas de ala dura. Todos con un mal cálculo.

Los militares como única opción

En esta situación, el Ejército es la mejor, o la única, opción. Parece ser definitivo. Y es notorio por su eficiente organización, incluso luchando contra pandemias como la malaria y el cólera. La imagen patética que la policía, que también se vio privada del poder, da en contra de esto es algo que dice mucho.

Zimbabue es un estado militarizado. Exmilitares dirigen empresas semiestatales y gran parte del sector minero paga directamente a las arcas del Ejército. Los veteranos de la lucha de liberación están en todas partes. Y con ellos los autores de los primeros años de la independencia, incluido el general de la Fuerza Aérea Perence Shiri, que estuvo involucrado en masacres genocidas contra la minoría ndebele a principios de los años ochenta. Los golpistas solo ofrecen una cosa: estabilidad. Incluso el político opositor y exministro de Finanzas Tendai Biti rindió homenaje a los militares por el golpe de Estado bien preparado, que terminó sin derramamiento de sangre ni ataques contra la población.

Esperando la recuperación y la democracia

Pero esto dista mucho todavía de ser un buen golpe de Estado. Nadie debería tener la ilusión de que los gobernantes interinos reflotarán de nuevo a la arruinada Zimbabue. Incluso el autor intelectual Mnangagwa, que se exilió en Sudáfrica y presumiblemente coordinó con la nueva potencia mundial China para tomar el poder, es un hombre del ayer. De modo que todavía no es la hora de la oposición. Esta incluso se muestra más dividida que el partido gobernante Zanu-PF. Los militares pueden garantizar una transición ordenada en esta situación. Con la conclusión de unas elecciones realmente libres que no hay en Zimbabue desde hace 15 años.

 Autor: Claus Stäcker (CT/DZC)