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Contra el proyecto “Europa del miedo”

Barbara Wesel
4 de julio de 2018

La intención del canciller austriaco, Sebastian Kurz, como nuevo presidente del Consejo Europeo es “tender puentes”. Pero con su política migratoria podría contribuir a la división, opinia Barbara Wesel.

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Sebastian Kurz
Imagen: picture-alliance/dpa/T. Roge

La Unión Europea (UE) no se diferencia del resto del mundo. Se ha trabajado mucho para que todas las crisis se solucionen con acuerdos y nadie sacude los cimientos democráticos de la unión. Pero hay que reconocer que ciertas bases se están moviendo y ahora la UE tiene la tarea de confirmar su identidad de nuevo. En vez de eso, aparece el joven canciller austriaco que podría provocar un giro a la derecha de toda la unión. Sebastian Kurz podría fallar así en su tarea como presidente del Consejo por los próximos seis meses.

Todo el que pretenda dirigir el proyecto de la UE durante un semestre debería ser capaz de mantenerla bajo control. Independientemente de qué partido proceda, es necesario que el presidente garantice el equilibrio entre intereses nacionales, sensibilidades y objetivos políticos, algo que también incluye dejar de lado las preocupaciones personales por algún tiempo.

¿Preservar a Europa con nacionalismo?

Tener a Kurz ahora en esta situación es una ironía del destino provocada por el Brexit. Por el sistema de rotación, los británicos deberían haber ocupado el puesto, pero se retiraron por su salida de la UE. Austria subió puestos y su Gobierno en coalición con el partido de extrema derecha FPÖ (Partido de la Libertad de Austria) parece encarnar el espíritu de esta nueva época en Europa: el alejamiento de la democracia liberal. Por lo menos Heinz-Christian Strache, líder del FPÖ, promueve entusiastamente la solidaridad con quienes piensan igual enlos países vecinos.

Barbara Wesel.
Barbara Wesel.

 Se está impulsando una internacional del populismo, mientras Kurz desvía su atención hacia otro lado como jefe de Gobierno y habla de trivialidades europeas. Y así está cometiendo un error político básico, porque está poniendo en juego su credibilidad desde el principio. Kurz no está solo. La complicidad con el húngaro Viktor Orbán, que recientemente quiso criminalizar a los que ayudan a los refugiados, sería el pecado original. Mientras tanto, el conservador Partido Popular Europeo sigue sentado y guarda silencio desde hace años ante el curso de Orbán hacia la autocracia, con apelaciones morales y discursos pro europeos que desde hace tiempo suenan a hipocresía.

Sebastian Kurz quiere que creamos que Europa se puede mantener y al mismo tiempo promover el nacionalismo. La pequeña Austria se beneficia en particular de sus bendiciones, pero una cosa excluye a la otra: o grita en Viena "Austria primero”, o trabaja para toda la comunidad.

Lo mismo está sucendiendo en Italia, donde Matteo Salvini cierra los puertos y, al mismo tiempo, llama a la solidaridad europea. También lo que ha sucedido en los últimos días con la Unión Social Cristiana (CSU) entre Berlín y Múnich apunta sospechosamente a "Alemania sobre todo” y parece proceder del mismo think tank. ¡Aquí se está vendiendo algo que es una estafa política! Los líderes de los partidos y Gobiernos tendrán que elegir entre nacionalismo o Europa. Esa falsa doble vara solo sirve para impulsar el ascenso de la derecha y propagar el virus de la destrucción europea.

Trump y Putin: los verdaderos problemas de Europa

El canciller de Austria pone la política de migración en el centro de su trabajo. Sin duda, hay mucho que hacer, porque hace años que en la UE no se acuerdan soluciones razonables. Pero son los temas importantes los que actualmente apuntan a la destrucción de la comunidad occidental de valores: la guerra comercial de Donald Trump y su esperado ataque a la OTAN. Si se desea, también se pueden añadir las ganas de intervenir del presidente Putin y sus ansias de poder. Esas son las amenazas reales para todos y no el hecho de que este año hayan llegado 40.000 migrantes a las costas de la UE.

No necesitamos un proyecto de Europa del miedo, que convierta a los migrantes en chivos expiatorios por los fracasos políticos en los Estados miembros, en la justicia y la redistribución. Y tampoco necesitamos impulsos en solitario de diferentes naciones que impiden abordar en forma humana y justa un fenómeno global como son los movimientos migratorios.

Todos conocemos las consecuencias de cuando se azuzaron a las mayorías contra las minorías en el siglo XX. Pero parece que muchos políticos europeos tienen ganas de volver a mirar en ese abismo. Algunos viven incluso en Baviera. Juegan con fuego y están poniendo a Europa en peligro, algo que podría ser un error histórico.

Autor: Barbara Wesel (jag/er)

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